Buceando por el foro paranormal en Internet, encontré
un relato sobre el “Ahorcado del Cementerio”. La leyenda contaba que los días jueves
de luna llena, entrada la noche, los transeúntes de la calle jorge Newbery a la
altura de Guzmán, sorpresivamente se encuentran con la figura fantasmagórica de
un ahorcado, colgando de un árbol, con su cuerpo semi transparente y vistiendo
ropas de principio de siglo.
Parece que el ahorcado, fue un portador de
fiebre amarilla, que no resistió tal noticia y decidió quitarse la vida en
cercanías de lo que luego seria su morada final… Automáticamente luego de leer
esta historia, recordé una de mi infancia que de mito no tiene nada, o tal vez
se convierta en uno inmediatamente luego que mi memoria libre su batalla con
los recuerdos de una niña de no mas de 10 años.
El Protagonista era uno de los Dentistas del
barrio, lo recuerdo flaco, muy alto y amable, (convengamos que a mi corta edad
y estatura, cualquier adulto era alto y si te regalaba una sonrisa, pasaba a
ser amable automáticamente). Aquel Dr., del que no recuerdo el nombre, o tal
vez quiera olvidar para preservar su memoria, vivía sobre la Calle Serrano con su esposa, a
la cual amaba profundamente. Llevaban
muchos años de matrimonio, y si mal no recuerdo no tenían hijos. Un buen
día, la esposa del Dr. Falleció, la
causa no la sé y para la historia no la creo relevante. Lo cierto es que
el odontólogo no fue el mismo luego de esta perdida, ahora estaba convertido en
una sombra, se lo veía andar todas las mañanas rumbo al cementerio a llevarle
flores a su esposa. Pasaba largas horas frente al ataúd que contenía los restos, en el subsuelo de una de las tantas bóvedas de la chacarita, pulía la placa con el nombre, acomodaba las flores,
mantenía largas charlas con el recuerdo de su esposa. Todos en el barrio se
preguntaban cuanto mas iba a resistir el buen Doctor su honda pena, la
respuesta no tardo el llegar, aquel día tomo una bolsa, en ella metió los
utensilios que utilizaba para limpiar los bronces, coloco unas flores,
y una soga fuerte y larga. Llego como todas las mañanas a la bóveda, abrió la puerta, limpio las placas, cambio las flores, hecho esto extendió la soga, la ato del barandal de la escalera que llevaba al subsuelo y sin prisa pero decidido, paso su cabeza a través del nudo
corredizo y salto los escalones que lo separaban del suelo, fue rápido, tal vez para el fue el minuto
eterno, pero estaba seguro que ella lo estaba esperando, simplemente la vida
era impensable estando separados.
La noticia corrió rápidamente en el barrio, y
todos los vecinos lo lamentaron, pero también comprendieron que para el, era la
única solución. Recuerdo a los vecinos hablando al respecto, y a pesar de mi
corta edad, no me impresiono la historia, tal vez porque era solo una historia
de amor. Lo que si recuerdo que no lograba entender, (por mas que lo adultos se esmeraban en
explicarme) era porque, si se murió dentro del cementerio, lo sacaron para
volverlo a entrar….
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