8 mar 2022

Mi gran noche

Madrugadas con el Petiso Orejudo

Los que me conocen saben, que además de este vicio de narrar historias irrelevantes, también tengo el de la actuación. A veces, solo a veces, los planetas se alinean y por medio de esta última accedo a lugares con grandes historias, que de otra manera seria muy difícil recorrer con total libertad.
Este fue el caso del Instituto Félix Bernasconi, ubicado en Parque Patricios, entre las calles Catulo Castillo, Catamarca, Esteban de Luca y Rondeau. Desde que me mude al barrio hace 3 años, cada vez que paso por alguno de sus laterales, no puedo dejar de admirar el imponente palacio porteño y añorar el conocerlo por dentro. No solo por su arquitectura, sino por las historias del predio antes que este se erigiera y la leyenda del alma que habita el lugar.

Era un fin de semana de Febrero y junto con 3 actores más (Horacio Marassi, Agustina D' Alessandro y Christian Grilli ), fuimos convocados Por Julieta Zapiola para rodar una producción en el mencionado Instituto. Cuando me llego la citación y me contaron el lugar, tengo que reconocer que se me ilumino el rostro,  el cual se fue apagando cuando leí el horario, de 17 a 4am..  Mas allá de lo cansador que pueden ser los rodajes nocturnos, yo contaba con la información de los hechos que habían acontecido en el lugar en 1912 y que aparentemente seguían atormentando a los guardias nocturnos del imponente palacete de 4 pisos, subsuelo, terraza y dos alas.

Sobre la producción a rodarse no puedo dar muchos detalles ya que al momento de escribir este relato, la misma no se estreno y está vigente el convenio de confidencialidad, pero si voy a decir que la trama ocurría en un psiquiátrico un tanto aterrador.

Una vez en el lugar y entrando en confianza con mis colegas y con parte del equipo técnico, no pude evitar comenzar a contarles lo que sabía sobre el mito, tal vez y solo tal vez,  no fue tan buena idea…


Los terrenos

Mapa de 1895

Originalmente en los terrenos que abarcaban 8 manzanas, se emplazaba la estancia “El Eden”, perteneciente a Facundo Moreno, el presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires y padre de Francisco Pascasio Moreno, Perito de la frontera de Argentina y Chile. La estancia albergaba un inmenso patrimonio cultural, que constaba de un museo privado, con las colecciones del perito, una biblioteca con mas de 2800 volúmenes y una pinacoteca.
Por su amor a la naturaleza, Francisco habría plantado en 1872, un aguaribay (árbol de pimienta) que aún se conserva en el terreno y fue declarado como árbol histórico nacional en 1940.
En las tardes de verano Don Francisco abría los portones de rejas de su quinta para que los niños humildes pudieran deleitarse con los manjares de frutas frescas. El Perito decía: “Donde el trabajo y la escuela reinan, la cárcel se cierra”. Para 1900 había montado lo que en nuestros días conoceríamos como un comedor comunitario infantil, que daba un plato de sopa diario a 200 niños carenciados del barrio de “las latas”. En 1904 creó los comedores escolares donde, diariamente, se servían 350 platos de sopa costeados por él. Para hacer frente a los gastos, vendió las tierras que el Gobierno argentino le otorgó como reconocimiento por su trabajo como perito de límites.
Pero las arcas se iban agotando. Luego de la muerte de su esposa y 4 de sus hijos, y con los 3 restantes estudiando en Europa, comenzó poco a poco a alquilar y vender sus otras propiedades para solventar los gastos.

En la fracción del lote en cuestión, funcionó por un breve período de tiempo el horno de ladrillos “La Americana”, hasta que el espacio luego fue comprado por el Consejo Nacional de Educación, en más de un millón de pesos, a la familia Moreno en 1918 para instalar allí el Instituto.
En 1919 y luego de ser diagnosticado con una angina de pecho, el Perito Moreno fallece a los 67 años.
La piedra fundamental del Bernasconi, fue colocada en 1921 por el arquitecto Juan Waldorp. El edificio finalmente estuvo terminado 8 años después en 1929.

Los hechos trágicos

Corría el año 1912 y en los terrenos de la estancia el edén, ya loteados y con calles delineadas, como mencione antes, funcionaba el Horno de Ladrillos “La americana” el pedio estaba circundado por una cerca de chapas improvisadas y entre los matorrales se encontraban los hornos.

En la calle el progreso 2185 (actual Catulo Castillo) vivía el niño Gesualdo Giordano de 3 años de edad. Era costumbre en ese tiempo que los niños salieran a jugar a la a la calle.
A pocas cuadras de ahí en Urquiza 1970, vivía Cayetano Santos Godines, el primer asesino serial reconocido de Argentina.
Esa mañana del 3 de diciembre, Gesualdo sería su última víctima fatal. El lugar elegido para el asesinato fue el tan mencionado terreno, donde alguna vez el Perito Moreno se ocupo de alimentar y cuidar a niños como Gesualdo o el mismo Cayetano que para entonces tenia 16 años.
Luego de cometer el asesinato salió del terreno y se encontró con el padre de su victima, quien le pregunto si lo había visto, Godines lo negó y le sugirió que fuera a la policía, pero el desesperado padre recordó lo que una niña que jugaba con su hijo le dijo: se fue con un “petiso orejudo” a comprar caramelos. El padre del niño lo reconoció por sus características físicas y corrió tal como le sugirió el asesino a contárselo a la policía.
En el ínterin, Godines volvió al lugar del hecho e introdujo con ayuda de una piedra un clavo en la frente de pequeño para asegurarse que estaba muerto.
La tragedia salió en los diarios y eso lo tentó a presentarse en el velatorio y tocar la frente de su víctima para cotejar si el clavo seguía ahí, porque la prensa no lo mencionaba.

El policía que había tomado la denuncia lo vio en el velorio, decidió seguirlo y detenerlo. En su poder tenia parte de la soga que uso para ahorcarlo y el recorte del periódico. Fue arrestado y encarcelado en la antigua cárcel donde hoy se encuentra el parque Las Heras, luego llevado a la prisión del fin del mundo en Ushuaia donde murió en 1944.


La Leyenda

Cuentan los viejos del barrio que por los pasillos del Bernasconi, por las noches se escucha corretear a un niño que juega traviesamente por las instalaciones, pero no sería el único.
A finales de la década del 40 algo inexplicable sucedió. En una vieja pared en el teatro que se encuentra en el primer piso del instituto, ubicada tras bambalinas y tapada con un telón, se encuentran unas misteriosas letras talladas, las cuales, asegura el mito, se tratarían de alguna clase de brujería que al leerlas surge el espíritu de Cayetano Santos Godino, alias el Petiso Orejudo.


En busca de la verdad: Dia 1

La primera noche nos tocaba filmar en el tercer piso. Nuestra base se encontraba en planta baja donde la entrada de Catulo Castillo. Para acceder al set había que subir por unos viejos asesores arcaicos que se encontraba en los extremos del edificio y que según un cartel mal colgado, tenían capacidad para 12 adultos o 20 niños. Una vez en el tercer piso había que cruzar un largo pasillo poco iluminado, que nos conducía al extremo opuesto del edificio. El equipo de trabajo era grande, entre técnicos, actores, productores, vestuaristas, maquilladores, catering, limpieza y seguridad seriamos 40 personas. Nunca nadie estaba solo, simplemente porque no había oportunidad.
Mi excitación por conocer el lugar estaba a tope y me ocupaba de indagar donde quedaba el teatro, si podíamos entrar a verlo y en que otros lugares íbamos a filmar. En mi emoción le conté a mis colegas y equipo que estaban con nosotros, sobre la leyenda y mi objetivo de ir a corroborar el mito de la pared, pero lamentablemente no recordaba con exactitud qué era lo que tenía que buscar, porque hacía muchos años que había leído sobre el tema.
Las horas fueron pasando y entre toma y toma, trataba de curiosear lo más que se podía, pero la oscuridad de la noche en los pasillos lo complicaba.
A medida que fueron pasando las horas, el rumor de la leyenda se fue propagando entre el equipo y algunos preferían esperar compañía para utilizar los ascensores.
Esa noche no escuchamos ningún ruido fuera de lo normal, tal vez porque nosotros los tapábamos con nuestros propios ruidos, tampoco vimos sobras, quizás porque los reflectores y las maquinas de humo las generaban. Se había creado un ambiente que asustaba a cualquier fantasma.
Me fui a casa al terminar la jornada, cansada y un poco desilusionada por no haber podido indagar nada.

Pasaron Cosas: Dia 2

Al día siguiente la situación era más temprano y con el sol acompañando, iba a ser una jornada larga como la anterior, pero a pesar del cansancio y el mal dormir por el cambio de horario, llegue a set más temprano de lo solicitado. Me habían dicho que ese día se filmaba en el primer piso y la ansiedad me estaba matando.
Mientras esperaba para entrar a maquillaje, note caras nuevas que no parecían pertenecer a la producción, sino a la institución. El día anterior me habían contado de un museo en el primer piso y decidí preguntar a la gente del colegio si se podía visitar. La respuesta fue un rotundo no.
Resulta que en el colegio funcionan 6 colegios y todos con directivos distintos y el museo pertenece a otra jurisdicción. Cada sector está cerrado con 7 llaves y casi como que era un milagro que nos hubiera permito entrar. Antes de ir a maquillaje, me asegure de hacerme un plano metal de los lugares de interés que quería intentar ver basado en el relato del amable cuidador, que resulto ser el presidente de la cooperadora.
Una vez en maquillaje, se acerca alguien del equipo y comienzan a contarme que la noche anterior le habían hablado del fantasma y las letras… Quien habrá sido pensé… al parecer la mitad del equipo estaba aterrorizado con el relato.

Invocando al petiso

Finalmente llego el momento en que pude alejarme del grupo y escabullirme al primer piso para intentar acceder al teatro. En el foullie estaban preparando el set para filmar. Mientras entraban equipos y arte hacia lo suyo, me escabullí a la biblioteca que parecía salida de una peli en si y trate de mirar cada detalle del lugar que me tenia fascinada. Pero mi objetivo real era llegar al teatro, que si bien no se iba a utilizar en el rodaje, tenia uno de sus accesos abiertos para que por los ventanales pudiera disiparse el humo de las maquinas de efectos.
Como un perro comencé a dar vueltas por el lugar, pero no me animaba a entrar para que no me llamaran la atención, así que tuve que esperar al llamado del rodaje y ahí si, con la complicidad involuntaria de mis compañeros, entrar los 4 a curiosear el lugar. Apenas entramos me preguntaron si iba a buscar las letras, no tuvieron que insistir demasiado que ya estaba arriba del escenario y dirigiéndome tras bambalinas.

Por algún motivo se había instalado en mi memoria, que lo que tenia que buscar eran las iníciales CSG. Entre por el lado izquierdo y lo primero que vi fue una inscripción en vertical sobre una columna de la pared, estaba tallada en el cemento pero por mas que lo intente no pude descifrar lo que decía, era como una palabra sin sentido, un conjunto de letras que no decían nada.
Con ayuda de la luz del móvil recorrí la pared para ver si encontraba algo, pero mi desilusión no tardo en llegar cuando vi que no tenía nada fuera de lo normal…
Salí entonces cabeza gacha, mientras me iba cruzando con actores, productores y técnicos que me preguntaban si había encontrado las iníciales…

No estamos solos

Pasaron varias horas de espera hasta que nos toco volver a filmar en el piso 4 donde fue la primera jornada. Esa tarde, calculo que media noche y ya estábamos cansados por la espera.
Nos dirigimos al ascensor que usábamos siempre y en el viaje alguien nuevamente me pregunto por el teatro, -nada, respondí, es solo una leyenda. Fue justo ahí que el ascensor se detiene y las dos grandes y pesadas puertas internas comienzan a temblar, se entreabrían y cerraban sin parar, por más que tocaban los botones del tablero no cesaban y el ascensor comenzó a zozobrar. Es el Petiso Orejudo! Exclame, no era un mito! La reacción de mis compañeros de viaje fue variada, algún se asusto, otro me puteo, otro rió y estaba el que prefirió llamar a la reflexión con un Che, no jodamos con el Petiso!. En ese momento, reino la paz y las puertas se abrieron amablemente ante nuestras miradas para que podamos salir del endemoniado ascensor.

Efectos colaterales

Foto de la inscripción 
enviada por Daniel
La jornada termino tranquila, cada tanto recordando que no había que joder con el petiso y lamentándome por no haber encontrado las letras. Esa noche llegue a casa de madrugada y mas cansada que el día anterior. Al medio día siguiente después de un café cargado para despabilarme, me senté en la pc dispuesta a encontrar el texto que hablaba de las iníciales en el teatro, cuando finalmente lo encontré y lo leí, termine de despabilarme.
Las iníciales no eran tales, sino se referían a la escritura vertical que vi apenas entre y hacían referencia especifica que no había que leerlas, porque eso era lo que invocaba al petiso, claro está que no solo trate de leerla una vez, sino varias y desistí cuando vi que esa extraña palabra no significaba nada, al menos para mí.
Lo primero que pensé es: como no le saque una foto! Le mande un mensaje a Julieta la productora y le conté lo sucedido, no podía creerme, parecía que la estaba contando una fabula. Tengo que escribir la historia, le dije, pero necesito esa foto para que sea creíble.

Foto 2 enviada por Daniel
Por suerte el amable presidente de la cooperadora Daniel Gallardo, me paso su teléfono, ya que habíamos hablado de este blog y se mostro interesado. La secuencia fue sencilla: Le pregunte si podía ir a sacar fotos, me menciono que hacían falta permisos, me contacto con la secretaría, la secretaria me pidió que envié un mail detallando el proyecto, cv, antecedente y un pedido formal de permiso para ingresar. Volví a llamar a Daniel y fui lo mas sincera que se puede ser en estos casos. Soy una boluda! le dije, buscaba algo, lo vi, y no me di cuenta que era lo que buscaba hasta hoy. Por favor podes sacarle una foto vos a la pared y pasármela… Lo voy a intentar, me respondió, no es fácil que abran el teatro porque si. Tal vez mañana o pasado.
Paso casi un mes y esta historia había quedado a medias porque en el fondo sentía que sin la foto sonaba a chamuyo, hasta que llego un mensaje ya inesperado, que contenía dos fotos y disculpas por la tardanza - Recién hoy pude entran porque vinieron a filmar... 
La primer foto era la esperada, en la segunda  podían leerse 2 letras sueltas, P X… sobre ellas y escondido en las alturas un hombre que nos mira.

 

29 oct 2020

Africa mia

Seguramente alguna vez escuchaste la historia del Chalet construido en la terraza de un edificio de Sarmiento y Cerrito, cuyas ventanas miran hacia el obelisco. O la de la pista de autos que funcionaba en la terraza del Antiguo Palacio Chrysler en Av. F. Alcorta 3399. Quizás te enteraste de la nueva tendencia de construir huertas o jardines donde antes se tendía la ropa. Pero decime, con una mano en el corazón, alguna vez escuchaste sobre una aldea Africana construida en una terraza de San Juan y Alberti en San Cristóbal?

A Marcos Filardi desde muy chico lo impresionó el ver la hambruna etíope que se transmitía en vivo y directo por la tele a mitad de los 80. Las fotos de los niños de su edad, desnutridos, de piel negra y grandes ojos saltones lo llenaban de preguntas sin respuestas. La cifra de más de un millón de muertes en un año por desnutrición lo inquietaba. ¿Porqué hay gente que muere de hambre? Ese interrogante lo persiguió por años, hasta que en 2006, con 26 años y una mochila al hombro,  emprendió  un viaje por 18 países de África que duró un año y medio. En ese entonces ya tenía un título en abogacía y experiencia laboral en temas relacionados a Derechos Humanos. Él necesitaba ver con sus propios ojos, esa realidad lejana que lo acosaba.
De regreso a Buenos Aires, en 2008,  Marcos propuso abrir un seminario en la UBA sobre el Hambre y el derecho humano a la alimentación adecuada, y se convirtió por nombramiento  durante 5 años en Tutor de infantes y adolescentes africanos refugiados y solicitantes de asilo. Llegó a tener  a bajo su cuidado 300 niños, en su mayoría  llegados como polizones en barcos provenientes del Oeste del África, donde se encuentran Senegal, Burkina Fasso, Ghana y Nigeria entre otras.
Marcos se fue involucrando cada vez más con aquellas almas y su cultura, y en uno de los locales que formaban parte del edificio de la casa familiar, creó un espacio de encuentro afro, destinado a reuniones de la colectividad que fomentaran el  preservar a pesar de la lejanía la cultura y raíces de niños y adultos.
En 2016 nuevamente tomo su mochila y emprendió un nuevo viaje, esta vez por la república argentina. Lo llamo “el viaje por la soberanía alimentaria” y lo mantuvo durante un año recorriendo los lugares más olvidados de Argentina y con realidades en algunos casos similares a las vistas en África.
El viaje sin dudas lo marcó y a su regreso sintió que no podía volver a su vida habitual.
Junto a un grupo de personas afines a sus intereses sobre DDHH y soberanía alimentaria, creó el “Museo del Hambre” que funciona en el lugar del espacio afro y su fin es “convertir al hambre en un objeto de museo”, y para hacerlo, se ofrece como un lugar de encuentro por la soberanía alimentaria. En la actualidad el museo junto a trabajadores de la tierra y vecinos del barrio colaboran activamente con alimentos para abastecer los comedores populares de la comuna 3 a la cual pertenecen geográficamente, como así también es base  para que los Senegaleses organicen colectivamente la asistencia alimentaria a su comunidad en tiempos de pandemia.  
Pero Marcos, también necesitaba un cambio en lo personal. Tenía que optar por seguir con su trabajo “oficial” o largar todo y dedicarse a ejercer la abogacía al servicio de los más vulnerables. La respuesta ya estaba escrita desde hacía años.
En su nueva vida laboral abundante en retos y escasa en ingresos económicos, decidió construir en la terraza de la casa familiar su lugar para vivir.

La amplia terraza  le permitía edificar un departamento de dos o tres ambientes, con parrilla, quincho y lugar para armar una pileta. Sin embargo y coherente a su experiencia vivida y su vinculación con áfrica, optó por el minimalismo, pero no cualquier minimalismo. Marcos quiso recrear una pequeña Tiébélé como le gusta llamarlo, haciendo referencia a una aldea  de Burkina Fasso al oeste de África.

Para esta epopeya se sumaron muchas manos amigas formando varias “mingas”, término que se denomina para llamar a las jornadas de trabajo colectivo.
Lo primero fue calcular estructuralmente lo viable del proyecto, ya que en áfrica el clima es seco, de pocas lluvias y las columnas de sostén están enterradas en el suelo. Lo siguiente la colaboración de una empresa de La Plata especialistas en quinchos que armó en 3 días la estructura de troncos amurados al suelo y el montado del techo de pajas traído desde Entre Ríos. Para el siguiente paso hubo que esperar un tiempo, el necesario como para que los zorzales construyan su nido en el interior de la estructura, pusieran sus huevos y nacieran sus pichones.

El diseño de la Bio-Construcción  estuvo a cargo de Thurma y Sabina de la organización Tierra Raíz. Las chicas trajeron amigas y con la colaboración de una cooperativa que armó los bloques de tierra aligerada,  con adobe, paja y ladrillos fueron moldeando con sus manos las paredes de la choza. Con las paredes terminadas las aves se fueron, pero el nido permanece intacto en el interior, es un nido, dentro de un nido.  

Por otro lado el artista plastico Julian Zacarias y la muralista Chilena Catalina Cabrera quien había estado en Burkina Fasso trabajando y aprendiendo las técnicas, fueron los encargados de pintar todas las paredes de la terraza con diseños étnicos. Los murales tienen un sentido y una historia detrás, por un lado con colores tierra,  simbología referente al cultivo, máscaras tribales usadas en rituales de cosecha y representaciones de la energía masculina y femenina, por otro lado y mirando hacia la avenida, dibujos que refieren a la parte costera, con colores vividos y representaciones de animales. En lo alto el tanque de agua, y en el un gran collage ilustrado por Luca Varaschini y realizado por alumnos del taller de mosaiquismo del museo, dictado por Alejandrina Filipuzzi. La obra cuenta la leyenda tradicional africana de “cómo comenzó el tiempo”. 

El paisaje se completa con un sector de huerta, otro con plantas florales y árboles frutales, entre ellos un banano, un jardín de mariposas y un espacio reservado para un pequeño gallinero.
Con más de 2 años de iniciado el proyecto, todavía no está terminado, faltan el baño seco, el revestimiento exterior y otros detalles que no impiden que Marcos la habite y cada noche desde su silla de madera y con “olor a verde” mire el  cielo y se pierda entre las estrellas, pensando en los lugares que le faltó conocer.

Desde la vereda de enfrente, algún transeúnte que se le ocurrió mirar hacia arriba, al ver un león de colores en la pared y un techo de paja que se camufla entre las ramas verdes de los árboles,  imagina que allí funciona un salón de fiestas. 
Más de una vez, algún osado toco el timbre para preguntar.


Nadie se imagina que allí vive Marcos, un Abogado idealista de 40 años, con una sonrisa afable y mirada clara, que quizás todavía no pudo responder todas sus preguntas, pero seguro que desde su pedacito de áfrica en San Cristóbal, trabaja todos los días para hacerlo.   

 

 

 

Entrevista realizada a Marcos en Octubre de 2020
Fotografías de la construcción archivo personal de Marcos
Fotografías de obra final @BZN_Fotos
Copyright: Karina Bazan Carpintero - Habitantes de Bs. As. 

 

 

2 sept 2020

La herencia de Emanuele



Lo primero que vi cuando llegué a Caseros 2140 fue el nombre de Manuel Tavazza grabado en la piedra sobre el marco superior izquierdo de la pesada puerta doble de hierro negro trabajado. Por los vidrios apenas se veía un pequeño hall de antiguas cerámicas que automáticamente me rememoró las paredes de alguna estación del subte C. Una vez traspasada la puerta de entrada y dos pequeños escalones de mármol una vieja puerta doble de madera maltrecha, pintada de blanco y con papel contac viteaux en sus vidrios, preservaba el misterio del interior de la vivienda. Cuando finalmente se abrió, supe que ese edificio de 14 departamentos y un local tenían una historia que contar. 

Emanuele
Manuel Tavazza - Caras y caretas
Carlo Emanuele Tavazza nació en Elia, Milán, el 21 de febrero de 1859. Hijo de Francesco, de profesión “cafetero” y Amalia Gavirat ama de casa. Su formación no está muy clara, pero se cree que estudió el oficio de maestro mayor de obra. En busca de prosperidad, con 25 años y de profesión Jornalero llegó a Buenos Aires el 29 de septiembre de 1884 en el barco Orione, salido del puerto de Génova. Si bien su entrada al país consta bajo su nombre de nacimiento, una vez aquí, adoptó el seudónimo de Manuel. 
Apenas llegó a Argentina, empezó su actividad laboral en la empresa de construcción del ingeniero Giuseppe Maraini, quien trabajaba con el conocido arquitecto Juan A. Buschiazzo. 
Con el tiempo Manuel se forjó una carrera y en 1896, se asoció con el escultor italiano Carlo Bianchi y fundaron la empresa constructora Tavazza & Bianchi con oficinas en la Calle Brasil 1736 del barrio de Barracas. 
Para ese entonces Manuel ya estaba casado con María Rossi, con quien tuvo 5 hijos. 
Hasta su fallecimiento en 1937, construyó grandes y memorables edificios que aún forman parte del patrimonio cultural,  tanto de la ciudad como de la provincia de Buenos Aires. 
Su último trabajo fue el Panteón de la Asociación Italiana, pero falleció antes de terminarlo lo que no impidió que allí descansen sus restos. La obra la concluyeron los hermanos Schiavone y se inauguró en el año 1957. 
No hay muchas páginas sobre su biografía, apenas un puñado de textos sueltos y un obituario de la revista Caras & caretas donde se destaca su inteligencia y calidad humana. 
Todos sus trabajos fueron por encargos de terceros, casas de alquiler, entidades bancarias, Edificios públicos, palacios y hasta el gran Teatro Coliseo Italiano en Lomas de Zamora. Pero hay uno, tal vez el primero de manera autónoma, que fue realizado por y para beneficio de él y que dejó como herencia a su familia tras su fallecimiento. El único en Parque de los Patricios, testigo silencioso de la historia  y crecimiento del barrio hasta estos días. 

Socios para la aventura 

Foto portal arte de la argentina
Terminaba el siglo y Tavazza & Bianchi se asocian para formar su empresa propia. 
Bianchi era oriundo de Milán. Nacido en 1862, comenzó su actividad a la edad de 14 años cuando fue a trabajar con el escultor Pio Fedi mientras cursaba en la Academia de Bellas Artes, luego de probar suerte en Nápoles, Roma y Francia, decidió venir a Argentina incentivado por sus amigos residentes en Buenos Aires. Durante un breve período se estableció en Montevideo donde ocupó el cargo de profesor en una Academia de Bellas Artes. Arribo a Buenos Aires con 24 años(en 1886, dos años después que Manuel),y realizó en 1891 las esculturas del lado este de la Casa Rosada. 
El estudio comenzó como constructora, realizando obras por encargo y con diseños de otros. Arquitectos italianos y franceses de moda en la época, les confiaron sus planos. 
Construyeron edificios como el Palacio Fernández Anchorena del arquitecto Le Monnier (actual sede de la Nunciatura Apostólica, ubicada en Av. Alvear esquina Montevideo) u obras comerciales como ser el Frigorífico Argentino en Avellaneda o los Grandes Almacenes Barraca Hengelbert - Hardt y Cía. 
Pero No solo se conformaban con ejecutar diseños de terceros, Manuel quería realizar sus propios Proyectos y para eso tenía que mostrarse como arquitecto. 

Manos a la obra 

Mapa 1906
A fines del siglo XIX en el país, se comenzó a discutir cómo crear mejores condiciones sanitarias para las personas de menores recursos, trabajadores, obreros e inmigrantes. Las propuestas incluían viviendas económicas, casas colectivas y barrios obreros. 
Para Manuel, la construcción de una casa de alquiler seria el negocio perfecto para invertir capital, mostrar su trabajo como diseñador y recuperar la inversión por medio de los alquileres. 
El 29 de diciembre de 1905 Tavazza y Bianchi adquieren un terreno de 669 m2 en Parque de los Patricios. La parcela pertenecía Margarita Celle de Raggio y era lindera con los terrenos de José Raggio y Nicolasa Podestá de Soler, ubicada en Av Caseros entre Antofagasta (Luego Juan Carlos Gómez) y Santa Cruz. La zona era de quintas y corrales de animales, para ese entonces Caseros ya había sido empedrada debido al tránsito de vehículos que se dirigían a los mataderos. Frente a la parcela se encontraba el hospital Militar, hacia la izquierda la nueva cárcel de encausados, (desde 1898 hasta 1905 fue hogar de menores), el Parque Rivadavia (ahora Ameghino) predio que habría sido el Cementerio del Sud durante la epidemia de fiebre amarilla y sobre la derecha terrenos verdes cultivados. Por la manzana trasera los jardines del Hospital Muñiz, corrales de cerdos y hasta una laguna. No mucho antes esos terrenos habían pertenecido a Familias patricias de peso en la historia Argentina. 

Mapa 1895
A unas pocas cuadras, estaba el recientemente inaugurado Parque de los Patricios (1902) que dio nombre al barrio, antes denominado Corrales Viejos y realizado por el Paisajista francés Carlos Tahys, quien también había diseñado el Parque España junto al Botánico Sur. 
La zona estaba cambiando y era óptima para viviendas familiares de clase media. 

El diseño 

En el terreno de 10.90 de frente por 64 metros de largo se construyeron 14 unidades funcionales. La casa está dividida en dos, por un lado y al ras del suelo un largo pasillo que se adentra en el pulmón de la manzana, como si fuera un pasaje. Sobre la derecha a lo largo se distribuyen 3 cuerpos de 4 departamentos cada uno. Amplias entradas de piso damero albergan 2 unidades en planta baja, y  escaleras de mármol que conducen a otras dos unidades en el primer piso. Pasamanos de hierro, puertas de robusta madera y un tragaluz que ilumina el palier. 
Todas las unidades son idénticas, 3 ambientes, baño y cocina. Mientras los de plata baja tienen patio, las del primer piso pasillo en L y ventanales que le dan luz durante todo el día. 
Por el otro lado y con un local que separa las entradas, dos únicos departamentos, más amplios y “de lujo” para la época, ocupan las plantas superiores en toda la extensión del frente. Una  diferencia se aprecia en el frente, mientras que los balcones del primer piso son de piedra con columnas, los del segundo piso de hierro trabajado como las puertas y las escaleras. Sutiles molduras enmarcan las aberturas. 

La obra terminada 

Con la obra terminada, 3 años más tarde, el 30 de diciembre de 1909 Bianchi le vende su parte a Tavazza, que pasa a ser único dueño de la propiedad. Ese mismo año, ganó el concurso para realizar la sucursal del Nuevo Banco Italiano en el barrio de La Boca con un edificio de estilo clásico con detalles Luis XVI, además de la función comercial cuenta con departamentos residenciales de un diseño similar al de Caseros. 
Su idea de incorporar viviendas a los edificios comerciales, es aceptado por el banco que le encarga nuevas sedes a Tavazza, entre ellas las sucursales Obelisco (esquina Cerrito y Av. Corrientes) y Once (av. Rivadavia 2768-80). Manuel pasa a ser el arquitecto de la institución, lo que le permite en 1911 se aceptado como miembro de la sociedad central de arquitectos. 
Para aquel entonces su estudio ya se había mudado, primero a la calle Lavalle 81 y luego en Av. de Mayo 840. En 1912 Bianchi Fallece y Manuel sigue solo con la empresa. 

Cambio de reglas 

El edificio de caseros tenía todos sus departamentos alquilados a familias de trabajadores. Un estricto reglamento de 7 ítems hacía hincapié en el cuidado de las unidades tanto en su interior como en los lugares comunes, prohibiendo cualquier tipo de remodelación o alteración en el diseño original. En caso de tener que reparar algo, tenía que ser informado al propietario quien mandaría un empleado de su empresa. También se prohibía la colocación de cualquier tipo de cartel en el frente. 
Manuel cuido celosamente su creación hasta su fallecimiento en Septiembre de 1937.  Sus hijos y su esposa heredaron el edificio y a sus inquilinos. 
El manejo de los alquileres había comenzado a cambiar a partir de 1921 cuando se modificó el Código Civil para establecer limitaciones a los contratos de locaciones de vivienda, se dispuso el congelamiento de los precios por dos años, tiempos mínimos de duración de los contratos y límites para los desalojos. 
El 29 de Diciembre de 1942 Clelia Ida Raquel Tavazza, vende su parte a su madre y sus hermanos, al año siguiente se dictaron decretos y leyes “de emergencia” que dispusieron la prórroga de los alquileres, más allá de lo pactado en los contratos y el congelamiento de los precios. Con el decreto 1580/43 se dispuso una rebaja que iba del 5% al 20% para los alquileres y se frenaron las demandas de desalojo por falta de pago. 
El 21 de agosto del 45, sus hermanos Amalia María Virginia, Sofía Julia Elisa, Manuel Francisco Juan y Enriqueta Rosa María, le venden su parte a su madre, quedando como única dueña. Es posible que esta decisión la tomarán, para que su madre pudiera disponer de todo el dinero de las rentas, que ya no era tanto para repartir. 
Durante el primer gobierno de Perón, se mantuvo el congelamiento de los precios de los alquileres y en 1948 se sancionó la Ley 13512 de Propiedad Horizontal que dio el beneficio a los inquilinos de tener prioridad para la adquisición de la propiedad que arrendaban. También se permitió la división por departamentos, mientras que en las legislaciones anteriores se establecía la propiedad por pisos o la copropiedad de todo el edificio. 
Fue recién hasta el 23 de marzo de 1959 que se realiza la división de las unidades y se redacta un reglamento de consorcio. En 1961 se le ofrece a los inquilinos adquirir sus unidades y Amalia María Virginia en representación de su madre, firma  los contratos de venta mediante un adelanto e hipoteca. Las cuotas  fueron pagadas en su domicilio, el último piso de la calle Ayacucho 1427 donde residía con su madre. En diciembre de 1964 se liquidan los pagos y  el edificio ya no les pertenece. Unos meses después, en 1965 María Rossi viuda de Tavazza falleció en su domicilio. 

La verdadera herencia 

Al pasar el edificio de ser propiedad de uno a propiedad de muchos, las reglas cambiarían. Los propietarios se hicieron cargo de administrar el lugar, con los años, el departamento destinado al encargado pasó a ser de alquiler para solventar los gastos de mantenimiento del edificio. Las unidades se fueron remodelando. Cambiaron ventanales de hierro por cerramientos de aluminio, techaron patios, cambiaron pisos de madera, cambiaron bañeras de patas de león por duchas, pintaron las aberturas de madera con latex, colgaron de las ventanas aires acondicionados y hasta alguien construyó un galpón en la terraza que alteraba el frente (por suerte cuando se vendió el depto. lo demolieron por pedido de los vecinos). El local también pasó por varias remodelaciones y rubros , librería, galletiteria, ortopedia. En el edificio aún queda un puñado de departamentos habitados por los hijos de aquellos primeros inquilinos de Tavazza. Algunas pocas unidades se conservan casi intactas preservando la visión de Manuel. Pasaron más de 110 años desde que lo pensó, y a pesar del paso de los años y algunos signos de deterioro por el tiempo, su belleza está allí para quien quiera apreciarla.
Su nombre grabado en el frente rubrica una historia de sueños realizados,  de querer y poder, de nada es imposible, de inmigrantes y de familias trabajadoras que cumplieron el sueño de la casa propia.
Todo eso y más,  es la verdadera herencia que nos dejó Emanuele.

Bibliografía: Archivo personal. 
La conformación del paisaje urbano de Buenos Aires de matriz - Silvana Daniela Basile
Copyright: Karina Bazan Carpintero - Habitantes de Bs. As. 



8 ago 2020

La calle donde nació la alegría



Dicen que Barracas siempre fue un barrio de Guapos, y debe ser verdad, porque en el año 1909, en Baigorri 75 entre Patagones y Caseros, un 4 de septiembre nacía Pepe Galleta, el único guapo en camiseta.

Mucho se habló sobre la vida de Pepe Biondi y su triste infancia en el circo, pero muy poco sobre su nacimiento en la casa de Barracas, en cuyo terreno hoy está el Hospital Británico.

Plano de 1912
El Hospital ocupa una parte
Cuando Pepe nació, el barrio lucía muy distinto. La avenida Caseros era una de las pocas arterias adoquinadas (1899). El espacio que años atrás había ocupado el matadero de la convalecencia ahora  estaba repartido entre una plaza llamada España y un “criadero municipal de plantas”
La plaza diseñada por Carlos Thays, contaba con alumbrado y baños públicos para hombres y mujeres y el día que fue bautizada con su actual nombre  (antes de 1900 se llamaba “De los inválidos”) a la ceremonia asistieron 20.000 personas, se organizó una gran fiesta popular donde se repartieron medallas conmemorativas.
En la esquina de Caseros y Baigorri estaba el vivero con jardín botánico, allí entre otras cosas como ser plantas exóticas, se  cultivaban distintas especies  Yerba Mate. 
Sobre Baigorri estaba el corralón de carros y los establos municipales, estos funcionaron hasta la década del 50 y quedaban justo frente a la casa donde vivían  los Biondi.

Cuenta la leyenda que la familia compuesta por José Biondi, Ángela Cavalieri, ambos oriundos de Nápoles, y sus 8 hijos (Pepe era el tercero) eran muy pobres, y cuando Pepe cumple 6 años, Don José consigue un trabajo en el ferrocarril y se mudan a Remedios de Escalada, en Lanús.
Plano de 1916 -
El Hospital ocupa toda la manzana
Lo cierto es que en la manzana donde se encontraba la vivienda, también funcionaba el Hospital Británico desde 1887 (en ese momento llamado Inglés). Tres años después al predio original se le había agregado la primera escuela de enfermería del país. La Comunidad Británica llevó a cabo una intensa campaña de recaudación de fondos para erigir un nuevo edificio, eso incluía comprar los terrenos que estaban sobre Baigorri. Hasta ese momento los lotes eran ocupados por casas particulares e inquilinatos. Es hasta mitad de 1910 que logran adquirir  todas las propiedades de la cuadra y hacerse con la manzana entera. Esta fecha coincidiría con la de la mudanza familiar y podría ser el verdadero motivo de la misma.


La comunidad Británica siguió con la recaudación de fondos y fue recién en 1940 donde las obras culminaron con la construcción del pabellón Repetto, nombre puesto en Honor a uno de los principales mecenas.
Sobre el paredón perimetral del Hospital, escondidas bajo los coloridos murales que decoran la cuadra, pueden verse las antiguas chapas de numeración de las que fueran las viviendas desaparecidas. En el número 75, una pared baja enrejada deja ver los Jardines del Hospital.

Entrados los años 20 y luego de su fatídico paso por el circo de los hermanos Anselmi,  Pepe volvió al barrio pero esta vez a trabajar. Con 14 años se lo veía a 10 cuadras de su casa natal,  en la esquina de Garay y Bernardo de Irigoyen, en Constitución,  vendiendo diarios o lustrando botas. Allí sería descubierto por un ex compañero de circo, que lo alentaría a regresar a las pistas. El resto de la historia ya lo conocemos..

En los años 60, las oficinas administrativas del vivero del sud, se convirtieron en un restaurant llamado el Mesón Español. Este, pese a su prestigio, funcionó hasta principio de los 80 cuando la municipalidad no le renovó la concesión del predio. Años después el lugar fue destinado como Espacio Cultural del Sur
Foto Facebook LCDLT
A principios de los 80 y con los albores de la democracia,  un grupo de artistas titiriteros entre ellos Javier Villafañe, Mane Bernardo, Sarah Bianchi y mi siempre recordado maestro Pepe Ruiz,  decidieron salir con sus obras a la calle y el lugar elegido fue la esquina de Caseros y Baigorri que pasó a ser un gran escenario al aire libre donde se realizaban espectáculos de títeres para chicos y algunos grandes con alma de niño. No tardó en correrse la bola que todos los domingos había fiesta en el barrio,  fue así como Baigorri fue bautizada como  “la calle de los títeres”, nombre que perdura hasta nuestros días. En 1989 la municipalidad cede un espacio con entrada por Baigorri 30 para que realicen las actividades.

Esa cuadra emblemática llena de murales y sus adoquines asomando por debajo del asfalto sigue siendo, junto al viejo vivero, un lugar de encuentro con la cultura. Es un espacio mágico para los niños, un portal para viajar con la imaginación donde todo puede suceder. 
Yo prefiero pensar que siempre fue mágico, por eso Pepe nació allí y los árboles del parque España que aún perduran, fueron testigos de sus risas y sus juegos de la infancia.
Qué mejor destino para la cuadra que vio nacer al hombre cuya existencia alegró a generaciones enteras y sigue robando sonrisas con solo pronunciar su nombre,  que convertirse en la calle preferida de los niños.
Claramente, hay que ser muy guapo, para dejar semejante legado.

Baigorri 75 - año 2020

* fuentes consultadas  ABCC - Argentine-British Community Council  Pagina Facebook.   / Mapas Archivo BA






23 jul 2020

Gliptodontes eran los de antes

Alberto Italo Calabrese - Años 20

En Enero de 1999 en la sección de sociales del diario la Nación, salía la noticia del hallazgo de un gliptodonte en  Cabildo y Blanco Encalada, en el barrio de Belgrano. Un mes antes, en Diciembre del ‘98 la misma sección del mismo diario, se lamentaba por el fallecimiento del Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires Dr. Alberto Ítalo Calabrese, quien vivía a unas pocas cuadras del lugar del hallazgo y en aquellos días hubiera cumplido 86 años.  

Alberto había nacido en el barrio de la Boca un 14 de enero de 1913. En la lista de 11 hermanos el ocupaba el número 10. Hijo de María Eterpeta Imbroscia y Santiago Roque Calabrese, ambos nacidos en Barletta, Italia.
Su padre Santiago nació en 1857, hijo de un marino mercante desde muy joven abrazó la profesión, y a los 15 años ya tenía dos vueltas al mundo certificadas.  A finales de 1880 se radicó en Buenos Aires y fundó una compañía naviera con dos barcos traídos de Italia. La empresa  se dedicaba a transportar  piedras y arena para la construcción de caminos de su cantera en Colonia Uruguay al puerto de Bs. As.. Los lugareños de Uruguay,  bautizaron la playa y el Muelle donde solía atracar como “del calabrés”, en referencia y honor a su apellido.
Una vez establecido en la Boca por 1890,   contrajo nupcias con María vía poder y sin conocerse, el con treinta y pico y ella de 17. Al poco tiempo arribó para estar junto a su desconocido y flamante marido, luego de casarse aquí por iglesia comenzar a formar una familia.
Corrían los años 20 y Alberto vivía en Suárez y Necochea, por ser uno de los más pequeños (con su hermano mayor se llevaba 18 años), se tomaba la licencia de ir solo al colegio que estaba en Parque Lezama. En ese entonces, el parque inaugurado en 1896 lucía muy distinto al que conocemos hoy. En él se podía encontrar una plaza de toros, un restaurante en forma de molino, un tren con estación para niños, un teatro a cielo abierto, un lago con góndolas, un circo y una escuela primaria.
La cuestión que Alberto ya de pequeño era un observador curioso que le gustaba aprender e investigar. Un día saliendo del colegio, ocurre un desprendimiento de tierra del lado de la barranca hacia la avenida Paseo Colón. Mientras observaba la pared de el terraplén que había quedado al descubierto, le llama la atención la simetría del barro seco que estaba como escamado. Sin pensarlo dos veces, comienza a excavar con sus manos en la tierra y descubre que esas rugosidades definitivamente no eran del barro.  Tan compenetrado estaba en su labor, que comenzó a llamar la atención de un hombre que estaba cerca. El casual espectador, no pudo evitar acercarse y preguntarle – Qué estás haciendo pibe? Más sorprendente fue la respuesta de Alberto: - Creo que encontré un gliptodonte…
El paisano ni lerdo ni perezoso, se fue raudamente a buscar un teléfono para llamar al diario Crítica. Este periódico había sido fundado en 1913 por el uruguayo Natalio Botana y tenía fama de publicar noticias sensacionalistas. La cuestión es, que en lo que Alberto terminaba de descubrir parte del caparazón llegaron los fotógrafos y haciéndolo a un lado retrataron al oportunista como responsable del hallazgo. Luego de eso arribaron los especialistas y el fósil terminó siendo trasladado al Museo de Ciencias Naturales.
Pasaron los años y Alberto se convirtió en un prestigioso médico e investigador. Con los años sería profesor titular de Toxicología y Medicina Legal (UBA), como así también primer titular de Toxicología en la Universidad del Salvador y profesor Emérito de la UBA. Sus investigaciones sobre el ADN lo llevaron en los años 90 a exponer sus trabajos en EEUU.
Hasta su fallecimiento “el profe” apodo que se había ganado en sus años de docencia, siguió atendiendo a sus pacientes en el Instituto de Terapia Genética que él había fundado.
Padre de 5 hijos solía contarles la anécdota sobre su descubrimiento en el parque cuando era pequeño  y entre risas reconocer   cómo ese fue el primer robo científico que padeció, pero no el último, durante su más de medio siglo dedicado a la investigación.
Alberto Italo Calabrese - Años 90