23 jul 2020

Gliptodontes eran los de antes

Alberto Italo Calabrese - Años 20

En Enero de 1999 en la sección de sociales del diario la Nación, salía la noticia del hallazgo de un gliptodonte en  Cabildo y Blanco Encalada, en el barrio de Belgrano. Un mes antes, en Diciembre del ‘98 la misma sección del mismo diario, se lamentaba por el fallecimiento del Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires Dr. Alberto Ítalo Calabrese, quien vivía a unas pocas cuadras del lugar del hallazgo y en aquellos días hubiera cumplido 86 años.  

Alberto había nacido en el barrio de la Boca un 14 de enero de 1913. En la lista de 11 hermanos el ocupaba el número 10. Hijo de María Eterpeta Imbroscia y Santiago Roque Calabrese, ambos nacidos en Barletta, Italia.
Su padre Santiago nació en 1857, hijo de un marino mercante desde muy joven abrazó la profesión, y a los 15 años ya tenía dos vueltas al mundo certificadas.  A finales de 1880 se radicó en Buenos Aires y fundó una compañía naviera con dos barcos traídos de Italia. La empresa  se dedicaba a transportar  piedras y arena para la construcción de caminos de su cantera en Colonia Uruguay al puerto de Bs. As.. Los lugareños de Uruguay,  bautizaron la playa y el Muelle donde solía atracar como “del calabrés”, en referencia y honor a su apellido.
Una vez establecido en la Boca por 1890,   contrajo nupcias con María vía poder y sin conocerse, el con treinta y pico y ella de 17. Al poco tiempo arribó para estar junto a su desconocido y flamante marido, luego de casarse aquí por iglesia comenzar a formar una familia.
Corrían los años 20 y Alberto vivía en Suárez y Necochea, por ser uno de los más pequeños (con su hermano mayor se llevaba 18 años), se tomaba la licencia de ir solo al colegio que estaba en Parque Lezama. En ese entonces, el parque inaugurado en 1896 lucía muy distinto al que conocemos hoy. En él se podía encontrar una plaza de toros, un restaurante en forma de molino, un tren con estación para niños, un teatro a cielo abierto, un lago con góndolas, un circo y una escuela primaria.
La cuestión que Alberto ya de pequeño era un observador curioso que le gustaba aprender e investigar. Un día saliendo del colegio, ocurre un desprendimiento de tierra del lado de la barranca hacia la avenida Paseo Colón. Mientras observaba la pared de el terraplén que había quedado al descubierto, le llama la atención la simetría del barro seco que estaba como escamado. Sin pensarlo dos veces, comienza a excavar con sus manos en la tierra y descubre que esas rugosidades definitivamente no eran del barro.  Tan compenetrado estaba en su labor, que comenzó a llamar la atención de un hombre que estaba cerca. El casual espectador, no pudo evitar acercarse y preguntarle – Qué estás haciendo pibe? Más sorprendente fue la respuesta de Alberto: - Creo que encontré un gliptodonte…
El paisano ni lerdo ni perezoso, se fue raudamente a buscar un teléfono para llamar al diario Crítica. Este periódico había sido fundado en 1913 por el uruguayo Natalio Botana y tenía fama de publicar noticias sensacionalistas. La cuestión es, que en lo que Alberto terminaba de descubrir parte del caparazón llegaron los fotógrafos y haciéndolo a un lado retrataron al oportunista como responsable del hallazgo. Luego de eso arribaron los especialistas y el fósil terminó siendo trasladado al Museo de Ciencias Naturales.
Pasaron los años y Alberto se convirtió en un prestigioso médico e investigador. Con los años sería profesor titular de Toxicología y Medicina Legal (UBA), como así también primer titular de Toxicología en la Universidad del Salvador y profesor Emérito de la UBA. Sus investigaciones sobre el ADN lo llevaron en los años 90 a exponer sus trabajos en EEUU.
Hasta su fallecimiento “el profe” apodo que se había ganado en sus años de docencia, siguió atendiendo a sus pacientes en el Instituto de Terapia Genética que él había fundado.
Padre de 5 hijos solía contarles la anécdota sobre su descubrimiento en el parque cuando era pequeño  y entre risas reconocer   cómo ese fue el primer robo científico que padeció, pero no el último, durante su más de medio siglo dedicado a la investigación.
Alberto Italo Calabrese - Años 90



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