A propósito de mi reciente mudanza al barrio de Parque Patricios, y ante
la pregunta obligada sobre que tal es el barrio, me escuche innumerables veces
diciendo: - no sé no lo conozco, jamás fui…. Pero recién hasta casi un mes
después de frecuentarlo, me di cuenta que mentía descaradamente.
Obligada por un trámite fue que me dirigí a la zona de Av. Caseros y la
rioja, territorio que pretendía explorar en algún momento con tiempo y que
había visto pintoresco a través de la ventanilla del colectivo 65.
Aproveche el viaje para entrar a un par de locales y comprar adminículos
para terminar de acondicionar mi nuevo hogar. Recorrí varias cuadras mirando
todo detalladamente con ojos nuevos, particularmente los lugares viejos, que
siempre son los que mas llaman mi atención. Me encontré con una antigua
farmacia en la esquina de Rondeau y La rioja, que en sus vidrios tenía
fileteado orgullosamente “desde 1947” .
Luego por Av Caseros al 2800 una pequeña librería de viejos, sobrepoblada de
volúmenes amontonados en pilas desde el piso hasta el techo (literalmente
hablando). Finalmente unos pasos más
adelante me pare frente a la vidriera de la Vinoteca El
coleccionista, la cual lucía orgullosa altos estantes de madera repletos de
polvo, de bebidas de todas etnias,
décadas y gradaciones alcohólicas. El nombre en letras doradas desgastadas por
el sol lucia en añejo en el vidrio falto de limpieza. Tuve un dejavu con mas de
30 años de delay y de pronto mi memoria lo dijo en voz alta –Acá ya estuve! Mis ojos a través del vidrio clavaron la
mirada en el hombre sentado tras el escritorio de madera acomodado en medio del
salón, quien por casualidad o no por un segundo levantó su cabeza y miró
directamente hacia la calle. Era el! Claro, El Loco!, efectivamente yo había
estado ahí.
Eran los años 80 y por radio excelsior a la media noche, se transmitía
el programa “El loco de la colina” que nada tenía que ver con Jesús Quinteros,
el español que usaba ese seudónimo y conducía en la madre patria un programa
llamado “el Perro Verde” que supo ser popular en esa época. Este loco era bien
porteño, abogado y su verdadero nombre era Carlos Rua. Su programa transgresor
para la época, tenía varias particularidades. La cortina del programa era un
tema de los redondos, a quienes ayudo a popularizar cuando solo se los podía
escuchar en casettes piratas grabados en vivo. La música era no comercial y se
podían escuchar bandas no solo de argentina, sino también de España y México
con letras provocadoras para la época.
En cada emisión se recitaban textos de Borges, Gelman o Pizanik. Carlos tenía un dominio impresionante de su
voz y realizaba personajes variados que hasta en algunos momentos parecían
superponer sus voces al aire. Muchos años después Fernando Peña haría lo propio
con igual talento. El loco pretendía tener una audiencia intelectual que
comprendiera su vuelo poético, por lo que hacia participar a través del
teléfono a sus oyentes con consignas que solo comprendían sus seguidores, y si
alguno de ellos dejaba un mensaje que no estuviera a la altura de las
circunstancias, era defenestrado al aire y verbalmente castigado. Aquel mítico
programa tenía como patrocinadores a funerarias y una docena de albergues
transitorios que eran anunciados mediante simpáticas rimas a la medida de cada
uno… “Penetre por delante o por detrás, hotel Rampacar, el único con dos
entradas…”
Yo me había echo fan del
programa por mi amigo Javi Lavagnino. Ambos lo escuchábamos noche tras noche y
al día siguiente comentábamos lo acontecido. El loco se auto denominaba una especie
de Mesías (recordemos que el apodo “el loco de la colina” es uno de los tantos utilizados para hacer referencia a la
figura de Jesucristo) y repetía la frase en latín “Ego Sun lux, et verita, set
Vita”.
Un día y sin previo aviso, Javi me cuenta que la noche anterior había
ido a la radio a ver el programa en vivo y entre otras cosas hace referencia a
que Carlos se movilizaba en una silla de ruedas por el estudio. Al principio no
le creí, pero fue tal su insistencia que termine por aceptar que era discapacitado
motriz.
Llegados los 90, yo me encontraba realizando un programa llamado “Mañana
es otra historia” en Fm La tribu y escribiendo para un periódico del barrio de
Almagro. Para ese entonces el Loco, si mal no recuerdo, estaba en radio
Belgrano con los días contados (En esa época, Iba saltando de emisora en
emisora, ya que lo tildaban de transgresor y el censor lo multaba y las radios
lo sacaban del aire.) En su monologo habitual hace referencia a que si seguía
así iba a terminar con su programa en La Tribu porque ya no le quedaban opciones. Al escuchar tamaña declaración, vi mi
oportunidad de oro para conocerlo personalmente, después de tantos años de
escucharlo donde fuera. Llame a su producción y pedí una entrevista con el, que
me fue concedida rápidamente.
La cita era por la tarde en la vinería de Av. Caseros. Llegue temprano por la ansiedad y porque era
la primera vez que pisaba Parque Patricios (esa vez fue verdad). Espere en la
esquina a la hora indicada. Finalmente ingrese al ya avejentado local que había
sido fundado por su padre Asturiano en 1957 y lucia en su frente un enorme
cartel que decía “Vinoteca Rua” . No tenía idea que cara tenia Carlos, ya que
nunca daba notas y no se conocía más que su voz, la cual cambiaba
permanentemente. Alguien se me acerca para atenderme y me señala a un señor
morocho y robusto, con campera de cuero marrón sentado tras un gran escritorio
de madera que se encuentra contra toda lógica en medio del salón, es El. Me
acerco y nos saludamos, permanece sentado, en ese momento recuerdo el relato de
Javier y la silla de ruedas y asumo que todo era verdad. Hacemos la nota, yo
tratando de ser profesional y no mostrar una admiración desmedida ante su
persona, no le cuento que tengo los programas grabados donde me elige como
ganadora de la consigna, tampoco le digo
mi seudónimo… No recuerdo cuanto duró la entrevista, pero si que muchas veces
estuve tentada de preguntarle por su discapacidad, por suerte aquella voz en mi
cabeza me decía que no correspondía, que no lo haga. Finalmente y antes de
despedirnos le pido permiso para sacarle unas fotos con mi zenit para la nota
del diario, el accede, aunque no posa, permanece en su escritorio como si no
sucediera nada. Le agradezco por su tiempo y me retiro, justo en ese momento lo
veo levantarse de su silla de escritorio e ir hacia el interior del local.
Quede absorta, Javier habia logrado engañarme durante 10 largos años.
Paso un tiempo y yo me desempeñaba en el sector de prensa y difusión de
una fundación, estábamos armando una campaña de prensa en los medios de
comunicación y decidimos elegir en Tv al popular programa de Luisa Delfino “ Te
escucho” que salía por ATC y en radio a El loco, que para esa época se
encontraba en radio Ciudad y seguía teniendo fieles seguidores. El programa no
duró mucho tiempo hasta que lo levantaron y por motivos que no recuerdo, el
Loco terminó de panelista mediático en el escandaloso programa de Mauro Viale,
junto a Guido Suller, y Jacobo con quien se pelearía a golpe de puño al aire.
Tal vez ese fue el principio del fin, no lo se, pero su genialidad y talento de
pronto parecía haberse esfumado ante las cámaras de tv. Al poco tiempo
desapareció de los medios. Después de eso no supe nada mas de el.
Pasado el 2000 cada tanto y al azar lo pescaba en alguna radio al pasar
el dial. Creo que uno de sus últimos programas fue junto con Tom Lupo, otro
grande de la radio de los 80. En agosto del 2017 leí en la pagina
www.elfandango.com.ar/el-coleccionista/ un relato sobre el, su local, su fama y
como a sus 57 años estuvo al borde de la muerte y escapó corriendo del
hospital.
Mientras embalaba mis cosas para la mudanza, me tope con uno de los
casettes, el único que guarde con su programa. Recordé que fue uno de los
motores que me inspiraron para hacer radio cuando tenía 16 años.
Hoy después de casi 30 años de haber pisado por primera vez Parque
Patricios, volví a quedar absorta al
verlo, me reí cómplice de mis pensamientos y camine por Av. Caseros
preguntándome si alguna vez el Loco habrá usado silla de ruedas….