17 sept 2013

El chino pendulante


Fue un día como cualquier otro en un mes que no recuerdo de aquel año 2004. El oriental, presuntamente chino, y una señorita occidental trabajadora de un cabaret del barrio Palermo, entraron caminando por uno de los dos accesos del Hotel alojamiento del mismo barrio y casi limitando con Chacarita.  El conserje que ya lo conocía porque solía frecuentar el lugar, le da la llave de la habitación 413 ubicada en el cuarto piso del lugar, seguramente nunca asocio el número con la mala suerte y todo lo que iba a suceder...
El chinito insaciable se limitaba a pedir por teléfono toallas, preservativos, alcohol y algún plato de comida para reponer fuerzas, ya que las chicas desfilaban de turno en turno, y aparentemente él tenia resto para todas.
Cumplidas las 48 hs. de estadía en el telo, y luego de que ya no quedaran señoritas disponibles ni dinero para pagarles, a eso de las 10 de la noche llama por ultima vez a Carlos, el conserje de turno, y pide antes de irse una última cena.
Carlos que llevaba la abultada cuenta de gastos, accede con la condición de que se retire a las 23 hs. del lugar, previo pago de lo adeudado.
El excitado asiático, del cual no sabemos su nombre, al encontrarse sin dinero por habérselo gastado en las mujeres que le mandaban del cabarulo, se ve obligado a llamar a un amigo para que lo rescate de esa situación trayéndole efectivo.
No paso mucho tiempo, hasta que el personal del hotel es visitado por la Federal en busca del ocupante de la habitación 413.  Al parecer el amigo del endeudado, al saber donde se encontraba éste, dio parte a la policía que lo buscaba intensamente por el presunto asesinato de su novia.
Nada grata fue la sorpresa de la gente del hotel ante tamaña noticia, que sin perder un instante y tratando de no levantar la perdiz ya que el hotel estaba bastante concurrido, llamaron insistentemente a la habitación sin obtener respuesta alguna. Por cuestiones legales, sin orden de allanamiento la policía no podía ingresar a la habitación, ni siquiera al hotel, tenían que limitarse a esperarlo en las salidas, porque recordemos que el hotel tenía dos, una por la avenida y otra por la calle lateral.
Carlos siguió insistiendo, subió y golpeo personalmente la puerta, pero el chino seguía sin responder, todos comenzaban a inquietarse. Fue entonces cuando desesperado se le ocurrió que la mucama si podía entrar a la habitación con la llave maestra y verificar que es lo que estaba pasando. Así fue que después de conseguir a la valiente que entraría, y acompañada por él abrieron la puerta de la 413.
La habitación era sencilla, cama doble, baño simple, espejos por doquier y la clásica tele con canales triple X amurada con un soporte en lo alto de la pared, y es ahí justamente donde se encontraba el pendulante chino, ahorcado con una sabana del soporte de la tele, mientras en la pantalla se veía a dos colegialas jugueteando con un bien dotado caballero.
Por suerte ninguno grito del susto, simplemente quedaron impávidos. La prioridad ahora era mantener la discreción, tratar de solucionar el problema sin que se enteraran las parejas que ocupaban el hotel, además la prensa tampoco debía saberlo, ya que si esto salía a la luz seria el fin del prestigio del lugar que por tantos años estaba en el barrio.
Fue así que con un billete de por medio todo quedo en el mayor de los secretos, el forense ingreso, examino el cuerpo y con suma discreción la morguera lo saco del lugar. Luego llego el turno de los peritos, estos buscaban el arma homicida que habría usado el suicida para matar a su chica, en vano fue su búsqueda ya que la pistola no apareció.
Finalmente y de madrugada se termino con el tema, la policía se retiro y las mucamas procedieron a limpiar la habitación para los próximos clientes.
Paso apenas una semana y del deposito del baño comenzó a salir un agua color marrón que caía por las paredes e inundo el suelo, las mucamas no entendía a que se debía esta anomalía por lo que tuvieron que llamar a mantenimiento.  Una vez más quedaron sorprendidos cuando al desarmar el tanque para arreglar el insólito desperfecto, aparece el arma homicida obstruyendo la cañería.
A pesar de lo cruento de los hechos, la historia permaneció en el ostracismo, nadie supo lo acontecido en aquella habitación 413 que permanece igual en su fisonomía.  
Si alguna vez en un apurón entras a ese hotel, nunca aceptes ese cuarto,  porque que cuando estas en pleno coito y de refilón ves el reflejo de la tele en el espejo del techo, por un segundo pareciera verse una sombra que se mueve de un lado al otro, y otras veces una interferencia interrumpe la película y puede verse la cara de un hombre oriental observando.