Allá por los años ´90 cuando cursaba
periodismo, me toco realizar un corto documental sobre los conventos históricos
de Buenos Aires y su protagonismo en las Invasiones Inglesas. Así fue como mi compañero y yo llegamos al
antiguo convento de San Juan Bautista en el barrio de Monserrat. Al llegar
pensamos que seria una mas de las viejas iglesias de la ciudad, menuda fue la
sorpresa a medida que fuimos adentrándonos en el lugar, las historias que
escuchamos, lo que allí vimos y experimentamos, seguramente no lo olvidaremos
en muchos años.
La tercera es la vencida
La construcción de la iglesia en
la esquina comprendida por Alsina y Piedras fue hecha por disposición de fray
Cristóbal de la Mancha
y Velazco, tercer obispo del Río de la
Plata , en el año 1650. Inicialmente era una pequeña capilla
destinada al curato de indios y se la conocía como “parroquia de naturales”.
En 1919 y debido al deterioro de
la misma, el maestre de campo de milicias don Juan de San Martín, decide
solventar la construcción de un nuevo templo, este se comenzó en 1719. En 1747,
una congregación de monjas Clarisas Capuchinas llega de chile, se instalan en la
iglesia que aun estaba en construcción y seria terminada 50 años mas tarde, en
el año 1769.
En 1778 y debido a esta nueva utilización
del lugar como convento, es que se consideran inapropiados los arreglos hechos
y se decide su total demolición.
Es así como se construyó un nuevo
edificio mucho más sólido que fue inaugurado el 15 de agosto de 1795. Para
tamaño acontecimiento se utilizaron fuegos artificiales que accidentalmente o
no, llegaron al techo de paja del vecino Teatro de La Ranchería ubicado en
Alsina y Perú, la jerarquía católica no veía con mucha simpatía la presencia
del teatro por considerarlo pecaminoso, el mismo acabó incendiándose en su
totalidad. Este teatro cuna del “Circo Criollo” fue el primero que existió en
Buenos Aires y cada 30 de noviembre, día de su inauguración, se celebra en
Argentina el “Día del Teatro Nacional”.
A pesar de que el 21 de mayo de
1942 el templo fue declarado Monumento Histórico Nacional por ser considerado
como la primera iglesia que se construyó en el Buenos Aires Virreynal, eso no
impidió su suerte.
Al día de hoy solo permanecen en
pie La Iglesia ,
el patio y una parte del Monasterio original, el resto fue vendido por los
curas y posteriormente demolido. En su lugar se encuentra el Hotel
Intercontinental.
La predicción de Sor Gregoria
Corría el año 1797 y Pedro de
Melo de Portugal y Villena, el quinto virrey del Río de la
Plata, era el protector del
convento. Normalmente antes de emprender alguna campaña, se dirigía al lugar
para solicitarles a las monjas rezaran por su buena fortuna. En esa oportunidad
debía ir a inspeccionar las fortificaciones de la ciudad oriental de Maldonado.
Mientras hacia su solicitud mediante las enormes rejas que separaban a las
hermanas en su clausura, fue interrumpido por Sor Gregoria quien le dijo:
"Señor, mándese a sepultar aquí porque sus monjas son las que han de acordarse
de encomendarlo a Dios". El virrey sin entender del todo esas palabras
marcho al país vecino, estando en Montevideo enfermó gravemente.
Antes de morir y recordando el
anuncio, dispuso que sus restos descansasen junto al altar mayor y a los pies
de la reja donde escucho a Sor Gregoria, allí mismo colocaron la lápida con su
escudo nobiliario.
En 1910, el capellán del templo
Pedro Sardoy descubrió un camino de hormigas que partía del sepulcro virreinal,
es entonces que dispone exhumar los restos y descubrir que las hormigas
provenían de la calavera. Los religiosos no solo limpiaron los huesos sino que también
sustrajeron una espada de oro y plata que llevaba Melo entre las manos y la
fundieron para realizar una patena de celebración sacramental.
En una casa de la calle Alsina
abandonada en un altillo, se encontraba una figura tallada en madera del
Nazareno.
En esa casa vivía una anciana
esclava negra que por las noches y a hurtadillas se dirigía al altillo a
contemplar la figura de tamaño real.
"¡Ah, Señor!", le decía, "si yo
tuviera posibilidades no estarías tan abandonado", para su sorpresa y
espanto, escucha una voz que le dice: “Diles a tus amos que me lleven a la
iglesia de San Juan para que allí me den el debido culto". Atemorizada
decide no contar a nadie lo sucedido, así y todo vuelve a la noche siguiente y una
vez mas se repite la misma orden, esta vez la pobre esclava convencida que es
la figura quien le habla le responde: "No me creerán a mí, Señor, que soy
la sirvienta de la casa". La respuesta fue definitoria - "La garantía
de tu testimonio será la siguiente: morirás en el término de ocho días". Esta
vez la esclava transmitió a sus patrones el divino mensaje y murió tal como
estaba predicho a los ocho días.
La familia espantada por lo
acontecido, obedeció la orden del cielo. La imagen del Nazareno fue llevada en
procesión a la iglesia.
Tiburcia López Escribano y Cárdenas,
nacida en Bs. As. en 1750, estaba casada con el navegante ingles Guillermo
Pablo Thompson. Fruto de ese matrimonio nació el 23 de Abril de 1777 su único
hijo al que llamaron Martín Jacobo.
Era tanto el amor que se tenían
Tiburcia y Guillermo que decidieron realizar un pacto, el mismo consistía en
que el primero en enviudar se consagraría a la vida religiosa.
En 1787 Tiburcia luego del
entierro de su marido, sin dudarlo ingresó al convento donde adopto el nombre
de Sor Maria Manuela de Jesús, su hijo de
tan solo 10 años quedo al cuidado de Martín Altolaguirre.
Martín Thompson en 1805 se casó
con su prima Mariquita Sánchez, en su casa se tocaría por primera vez el Himno
Nacional Argentino. Sor María Manuela murió en San Juan Bautista en 1815, donde
por su condición de Clausura desde que ingreso y hasta su muerte nunca mas vio
a su hijo.
Una de piratas
A principios del siglo XIX la
corona española habría donado a un virrey en Filipinas el tapiz llamado "La Adoración de los Reyes
Magos", el gobelino del año 1657 sería una copia de un cuadro de Peter
Paul Rubens y estaria firmado por Giles Gobelin.
Durante su traslado y a la altura
de las Islas Canarias, un buque corsario argentino al mando del comodoro
Chayster, capturó la nave y la traslado en 1819 a Buenos Aires. Aquí se
realizaría el remate de la mercadería usurpada, y el Gobelino se vendería como
alfombra al canónigo Pedro Pablo Vidal, quien a pesar de saber su procedencia, lo
donó a las monjas capuchinas quienes lo usaron durante muchos años para tapar
la ventana que da a la calle Alsina y proteger el órgano del sol y la lluvia. Permanentemente
aparecían potenciales compradores que con intenciones de adquirir el tapiz,
esto hizo que el capellán Francisco Lapnitz indagara sobre la pieza y
descubriera su valor real.
En 1981, año de mudanza del
monasterio, el cardenal Juan Carlos Aramburu se entero que las hermanas necesitadas
de dinero para el traslado iban a vender la pieza, fue entonces que lo hizo
retirar para colocarlo en el palacio de la Conferencia Episcopal
Argentina, Suipacha 1034, donde en 1988 fue restaurado por expertos.
Los muchachos peronistas
El 16 de junio de 1955 y tras el
bombardeo a la Plaza
de Mayo en un intento de derrocamiento del Gobierno de Perón, grupos
pertenecientes al gobierno y encabezados por el autodenominado "
francotirador nacionalista independiente" Guillermo Patricio Kelly
iniciaron una quema de Iglesias, San Juan el Bautista fue uno de los blancos.
El fuego se encargo de destruir
gran parte del lugar, sobre el piso original de troncos canteados a mano con
hacha se colocaron ladrillos y baldosas, las figuras de la Virgen con el Niño, Nuestra Señora de Belén y el Nazareno con el
tiempo fueron remplazadas por replicas, ya que su estado era irrecuperable.
Ultimas imágenes del naufragio
Esa tarde nos recibió el hermano
que cuidaba el lugar, junto con el un viejo Pastor alemán, que luego nos
enteramos le gustaba bajar a la cripta del convento y hacerse de viejos huesos
de monjas y corretear por el patio con las fauces llenas.
Ante nuestra mirada estupefacta
la excusa seria –“es que se inundo todo y los cajones flotan y se abren….
A veces el perro simplemente se
conformaba con excavar bajo la imagen de Santa Clara de Asís, lugar que marcaba
la fosa común donde descansaban los restos de soldados criollos e ingleses
caídos durante las invasiones en 1806 y 1807. Los restos simplemente estaban allí,
en forma de pequeñas astillas color marfil, solo había que agacharse y recoger una
reliquia del soldado desconocido.
La siguiente parada fue “la Biblioteca ”, un inmenso
salón abarrotado de libros hacinados, húmedos, amarillentos. Con orgullo el
hermano nos decía que era la biblioteca eclesiástica más antigua y con más
volúmenes de Latinoamérica. Las filtraciones no hacían más que destruir todo
ese patrimonio cultural, mis manos sostenían libros del año 1600 con grabados
hechos a mano. Mientras filmaba, recordaba la película “El nombre de la rosa” e
imaginaba cuanto sufriría el Hno. Jorge si esta fuera su biblioteca. Mi
compañero Carlos horrorizado planeaba la forma de rescatar al menos uno de
tantos libros.
La ultima parada fue el templo,
allí pudimos ver que no solo el fuego se cargo con las reliquias y que los
robos eran frecuentes, la corona y el corazón de plata de la Virgen Dolorosa
ubicada ante el altar de las reliquias habían desaparecido, el Niño Jesús que
sostiene la Virgen
del Carmen, los manteles, candelabros y hasta floreros habían sido sustraídos.
Despojada casi de todo, la
iglesia parecía solo guardar las historias ya contadas, en la sacristía la puerta de
un gran armario destinado a guardar casullas se abre y rueda hasta nuestros
pies un gran trozo de leño hecho carbón, el hermano lo recoge y acomoda sobre
una gran mesa de madera, lo miramos fijo, paradójicamente el pedazo de carbón era
una cabeza cercenada, pero no la san Juan Bautista, era la del Nazareno que
le hablo a la esclava, en ese instante me pregunte si se habría arrepentido de no
quedarse en el altillo.