9 feb 2013

No solo San Juan perdió la cabeza


Allá por los años ´90 cuando cursaba periodismo, me toco realizar un corto documental sobre los conventos históricos de Buenos Aires y su protagonismo en las Invasiones Inglesas.  Así fue como mi compañero y yo llegamos al antiguo convento de San Juan  Bautista en el barrio de Monserrat.  Al llegar pensamos que seria una mas de las viejas iglesias de la ciudad, menuda fue la sorpresa a medida que fuimos adentrándonos en el lugar, las historias que escuchamos, lo que allí vimos y experimentamos, seguramente no lo olvidaremos en muchos años. 

La tercera es la vencida 

La construcción de la iglesia en la esquina comprendida por Alsina y Piedras fue hecha por disposición de fray Cristóbal de la Mancha y Velazco, tercer obispo del Río de la Plata, en el año 1650. Inicialmente era una pequeña capilla destinada al curato de indios y se la conocía como “parroquia de naturales”.
En 1919 y debido al deterioro de la misma, el maestre de campo de milicias don Juan de San Martín, decide solventar la construcción de un nuevo templo, este se comenzó en 1719. En 1747, una congregación de monjas Clarisas Capuchinas llega de chile, se instalan en la iglesia que aun estaba en construcción y seria terminada 50 años mas tarde, en el año 1769.
En 1778 y debido a esta nueva utilización del lugar como convento, es que se consideran inapropiados los arreglos hechos y se decide su total demolición.
Es así como se construyó un nuevo edificio mucho más sólido que fue inaugurado el 15 de agosto de 1795. Para tamaño acontecimiento se utilizaron fuegos artificiales que accidentalmente o no, llegaron al techo de paja del vecino Teatro de La Ranchería ubicado en Alsina y Perú, la jerarquía católica no veía con mucha simpatía la presencia del teatro por considerarlo pecaminoso, el mismo acabó incendiándose en su totalidad. Este teatro cuna del “Circo Criollo” fue el primero que existió en Buenos Aires y cada 30 de noviembre, día de su inauguración, se celebra en Argentina el “Día del Teatro Nacional”.
A pesar de que el 21 de mayo de 1942 el templo fue declarado Monumento Histórico Nacional por ser considerado como la primera iglesia que se construyó en el Buenos Aires Virreynal, eso no impidió su suerte.
Al día de hoy solo permanecen en pie La Iglesia, el patio y una parte del Monasterio original, el resto fue vendido por los curas y posteriormente demolido. En su lugar se encuentra el Hotel Intercontinental.


La predicción de Sor Gregoria

Corría el año 1797 y Pedro de Melo de Portugal y Villena, el quinto virrey del Río de la
Plata, era el protector del convento. Normalmente antes de emprender alguna campaña, se dirigía al lugar para solicitarles a las monjas rezaran por su buena fortuna. En esa oportunidad debía ir a inspeccionar las fortificaciones de la ciudad oriental de Maldonado. Mientras hacia su solicitud mediante las enormes rejas que separaban a las hermanas en su clausura, fue interrumpido por Sor Gregoria quien le dijo: "Señor, mándese a sepultar aquí porque sus monjas son las que han de acordarse de encomendarlo a Dios". El virrey sin entender del todo esas palabras marcho al país vecino, estando en Montevideo enfermó gravemente.
Antes de morir y recordando el anuncio, dispuso que sus restos descansasen junto al altar mayor y a los pies de la reja donde escucho a Sor Gregoria, allí mismo colocaron la lápida con su escudo nobiliario.
En 1910, el capellán del templo Pedro Sardoy descubrió un camino de hormigas que partía del sepulcro virreinal, es entonces que dispone exhumar los restos y descubrir que las hormigas provenían de la calavera. Los religiosos no solo limpiaron los huesos sino que también sustrajeron una espada de oro y plata que llevaba Melo entre las manos y la fundieron para realizar una patena de celebración sacramental.

La Esclava y el Nazareno

En una casa de la calle Alsina abandonada en un altillo, se encontraba una figura tallada en madera del Nazareno.
En esa casa vivía una anciana esclava negra que por las noches y a hurtadillas se dirigía al altillo a contemplar la figura de tamaño real. 
 "¡Ah, Señor!", le decía, "si yo tuviera posibilidades no estarías tan abandonado", para su sorpresa y espanto, escucha una voz que le dice: “Diles a tus amos que me lleven a la iglesia de San Juan para que allí me den el debido culto". Atemorizada decide no contar a nadie lo sucedido, así y todo vuelve a la noche siguiente y una vez mas se repite la misma orden, esta vez la pobre esclava convencida que es la figura quien le habla le responde: "No me creerán a mí, Señor, que soy la sirvienta de la casa". La respuesta fue definitoria - "La garantía de tu testimonio será la siguiente: morirás en el término de ocho días". Esta vez la esclava transmitió a sus patrones el divino mensaje y murió tal como estaba predicho a los ocho días.
La familia espantada por lo acontecido, obedeció la orden del cielo. La imagen del Nazareno fue llevada en procesión a la iglesia.


La Suegra de Mariquita 

Tiburcia López Escribano y Cárdenas, nacida en Bs. As. en 1750, estaba casada con el navegante ingles Guillermo Pablo Thompson. Fruto de ese matrimonio nació el 23 de Abril de 1777 su único hijo al que llamaron Martín Jacobo.
Era tanto el amor que se tenían Tiburcia y Guillermo que decidieron realizar un pacto, el mismo consistía en que el primero en enviudar se consagraría a la vida religiosa.
En 1787 Tiburcia luego del entierro de su marido, sin dudarlo ingresó al convento donde adopto el nombre de Sor Maria Manuela de Jesús,   su hijo de tan solo 10 años quedo al cuidado de Martín Altolaguirre.
Martín Thompson en 1805 se casó con su prima Mariquita Sánchez, en su casa se tocaría por primera vez el Himno Nacional Argentino. Sor María Manuela murió en San Juan Bautista en 1815, donde por su condición de Clausura desde que ingreso y hasta su muerte nunca mas vio a su hijo.

Una de piratas

A principios del siglo XIX la corona española habría donado a un virrey en Filipinas el tapiz llamado "La Adoración de los Reyes Magos", el gobelino del año 1657 sería una copia de un cuadro de Peter Paul Rubens y estaria firmado por Giles Gobelin.
Durante su traslado y a la altura de las Islas Canarias, un buque corsario argentino al mando del comodoro Chayster, capturó la nave y la traslado en 1819 a Buenos Aires. Aquí se realizaría el remate de la mercadería usurpada, y el Gobelino se vendería como alfombra al canónigo Pedro Pablo Vidal, quien a pesar de saber su procedencia, lo donó a las monjas capuchinas quienes lo usaron durante muchos años para tapar la ventana que da a la calle Alsina y proteger el órgano del sol y la lluvia. Permanentemente aparecían potenciales compradores que con intenciones de adquirir el tapiz, esto hizo que el capellán Francisco Lapnitz indagara sobre la pieza y descubriera su valor real.
En 1981, año de mudanza del monasterio, el cardenal Juan Carlos Aramburu se entero que las hermanas necesitadas de dinero para el traslado iban a vender la pieza, fue entonces que lo hizo retirar para colocarlo en el palacio de la Conferencia Episcopal Argentina, Suipacha 1034, donde en 1988 fue restaurado por expertos.

Los muchachos peronistas

El 16 de junio de 1955 y tras el bombardeo a la Plaza de Mayo en un intento de derrocamiento del Gobierno de Perón, grupos pertenecientes al gobierno y encabezados por el autodenominado " francotirador nacionalista independiente" Guillermo Patricio Kelly iniciaron una quema de Iglesias, San Juan el Bautista fue uno de los blancos.
El fuego se encargo de destruir gran parte del lugar, sobre el piso original de troncos canteados a mano con hacha se colocaron ladrillos y baldosas, las figuras de la Virgen con el Niño,  Nuestra Señora de Belén y el Nazareno con el tiempo fueron remplazadas por replicas, ya que su estado era irrecuperable.

Ultimas imágenes del naufragio

Esa tarde nos recibió el hermano que cuidaba el lugar, junto con el un viejo Pastor alemán, que luego nos enteramos le gustaba bajar a la cripta del convento y hacerse de viejos huesos de monjas y corretear por el patio con las fauces llenas.
Ante nuestra mirada estupefacta la excusa seria –“es que se inundo todo y los cajones flotan y se abren….
A veces el perro simplemente se conformaba con excavar bajo la imagen de Santa Clara de Asís, lugar que marcaba la fosa común donde descansaban los restos de soldados criollos e ingleses caídos durante las invasiones en 1806 y 1807. Los restos simplemente estaban allí, en forma de pequeñas astillas color marfil, solo había que agacharse y recoger una reliquia del soldado desconocido.
La siguiente parada fue “la Biblioteca”, un inmenso salón abarrotado de libros hacinados, húmedos, amarillentos. Con orgullo el hermano nos decía que era la biblioteca eclesiástica más antigua y con más volúmenes de Latinoamérica. Las filtraciones no hacían más que destruir todo ese patrimonio cultural, mis manos sostenían libros del año 1600 con grabados hechos a mano. Mientras filmaba, recordaba la película “El nombre de la rosa” e imaginaba cuanto sufriría el Hno. Jorge si esta fuera su biblioteca. Mi compañero Carlos horrorizado planeaba la forma de rescatar al menos uno de tantos libros.
La ultima parada fue el templo, allí pudimos ver que no solo el fuego se cargo con las reliquias y que los robos eran frecuentes, la corona y el corazón de plata de la Virgen Dolorosa ubicada ante el altar de las reliquias habían desaparecido, el Niño Jesús que sostiene la Virgen del Carmen, los manteles, candelabros y hasta floreros habían sido sustraídos.
Despojada casi de todo, la iglesia parecía solo guardar las historias ya contadas, en la sacristía la puerta de un gran armario destinado a guardar casullas se abre y rueda hasta nuestros pies un gran trozo de leño hecho carbón, el hermano lo recoge y acomoda sobre una gran mesa de madera, lo miramos fijo, paradójicamente el pedazo de carbón era una cabeza cercenada, pero no la san Juan  Bautista, era la del Nazareno que le hablo a la esclava, en ese instante me pregunte si se habría arrepentido de no quedarse en el altillo.