Corría febrero de 2007, en el 4° piso del
edificio sito en Padilla y Acevedo, allí vivían Claudio, Marisol y una
pequeñita de 4 años, hija de esta ultima. Ellos trabajaban juntos en un
restorán del abasto, donde se desempeñaban el como cocinero y ella como
camarera. Puedo asegurar con una certeza absoluta, que cuando ella le regalo
ese set de cuchillos a su pareja, jamás
imagino que una de las piezas del juego, iba a servir para cortar su garganta.
De madrugada y cuando el volvía de su
turno, comenzaron los gritos, para los vecinos escucharlos formaba parte de la
rutina diaria, pero esa madrugada fue diferente, la vecina del 5 piso creyó que
esta vez tenia que bajar porque algo andaba mal, y así fue, cuando descendía los últimos
peldaños de la escalera que conectaba ambos pisos, noto la sangre que cubría el
pasillo, solo bastaron unos cuantos pasos mas, para ver a Marisol en el suelo
al que había llegado arrastrándose desde el living de su casa y tomándose el cuello para intentar parar la
hemorragia. La vecina a los gritos pidió ayuda, fue así como la portera del
edificio corrió a socorrerla, entre las dos decidieron bajarla por el ascensor,
con el fin de alejarse de su agresor, el cual no sabían que ya no estaba en el
edificio, y acercarla a la entrada del edificio sonde la ambulancia tendría
mejor acceso. Todo intento fue en vano, Marisol falleció en el palier, su
agresor se entrego 24 horas mas tarde, y la pequeña hija quedo en custodia de
su padre. Hasta acá una triste historia, un drama pasional, los celos que
enloquecen.
Una historia más de esas que se olvidan con los
años o pasan a ser anécdotas, solo que Para los vecinos de Padilla al 700, no
fue así, ese Febrero, en el edificio comenzaron a ocurrir acontecimientos
inexplicables.
Aquí la cronología: los caños de agua que
recorrían los departamentos A desde el 2° piso a plata baja, colapsaron
inundando los departamentos y los pasillos. Uno de los departamentos del 3° se
incendio, extendiéndose el fuego en todo el piso, en el 6° piso, un escape de
gas termino en explosión, nuevamente un incendio, esta vez en el local de
planta baja, otra vez el gas, en esta los vecinos se quedaron sin suministro
por un largo tiempo, y como colación en Agosto de 2009, nuevamente una
inundación provocada por inexplicables fugas en los caños internos del
edificio.
2 años de “mala suerte” o acontecimientos
inexplicables, fueron suficientes para que los vecinos que aun moraban en el
edificio, (y digo aún, ya que muchos decidieron mudarse, antes de seguir
padeciendo desgracias) se reunieran y tomaran la decisión de exorcizar el
lugar. Y así fue, un sacerdote se acerco, realizo una misa con exorcismo, y
bendijo los pasillos de todos y cada uno de los pisos. Parece que este ritual,
fue suficiente, ya que la calma reino luego de la tormenta, en el lugar no
sucedieron mas hechos desafortunados. Cuando mi amigo Carlos, me contó esta
historia, que vivió desde adentro, ya que el ocupaba un departamento en el
edificio de la calle Padilla, me recordó un viejo dicho que repetían en mi familia:
“Nunca regales cuchillos, y si lo haces, que te den una moneda como pago,
porque sino, regalar cuchillos trae pelea”.
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