El subte,
por su condición de túnel oscuro y misterioso, siempre se presto para historias
de fantasmas. La línea B, no es una excepción, y muchas de las historias,
tienen que ver con accidentes sucedidos en las estaciones de Malabia y Angel
Gallardo.
Pero hay un
mito en particular, que es el que más me llama la atención, y es la de “la Plaza Amarilla ”.
Como todos
saben, la estación Lacroze se encuentra situada bajo la avenida Corrientes y
mas exactamente debajo de la plaza "Los Andes", y es aquí donde comienza la
historia.
En su origen, el Parque Los Andes formaba parte de los
terrenos pertenecientes a “La
Chacarita de los Colegiales”, que era una quinta
perteneciente al Colegio Jesuita de San Ignacio, ubicado en la calle Bolívar. Allí
alumnos internos del colegio pasaban sus vacaciones de verano. Luego, a fines
del siglo XIX, parte de los terrenos se pusieron en venta y otra parte pasó a
formar parte del Estado. En 1871, se desato la epidemia de Fiebre Amarilla, y por
saturación del Cementerio del Sud, hoy Parque Ameghino, el gobernador de la
provincia, Emilio Castro, resolvió que en terrenos estatales se habilitara un
nuevo cementerio. Es así como el actual
Parque los Andes, se constituyo como nuevo cementerio. Este, se colmó enseguida
y en 1886 se procedió a su clausura
hasta 1897, año en el cual se exhumaron
los restos y se trasladaron al osario general la Chacarita Nueva ,
después denominado Cementerio del Oeste.
En 1904 el predio fue destinado como parque, pero a pesar de
haberse exhumado todos los cuerpos, aún seguían encontrándose restos humanos en
sus 7 hectáreas
de extensión.
Y es así como nace el mito, La historia cuenta que por la
noche se pasean sombras por la plaza, y que si te sentas en un de los bancos de
piedra, sentis una brisa, escuchas una respiración
y una voz que te dice al oído -!vete, no estés
aquí! O te enfermaras!...
Pero para los empleados del subte la percepción es distinta,
porque a partir de las 12 de la noche, las
almas de esos muertos sin nombre se desprenden de las paredes y pasean por los túneles del
subterráneo.
Esto no solo es un mito, sino un secreto entre los
trabajadores del subte, que para que no trascienda, la estación Lacroze es la
única que pasa sus noches con ninguna cámara de seguridad encendida…
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