Cuando pienso
en mi infancia, muchos de mis recuerdos
me remontan a las vacaciones con tardes de cine interminables, recuerdo que
comparto con mis compañeros de primaria, reunidos por el destino cibernético.
Mi cole
quedaba en serrano y Córdoba, pero eso era irrelevante ya que el cine del
barrio, entregaba entradas con descuento en todos los colegios de la zona.
Alargados papelitos de colores, con impresión en negro sobrecargada de
tinta, donde podía verse una foto
alegórica a la película más importante y
bajo el titulo de “continuado” las trilogías que nos mantenía
entretenidos toda la tarde.
Mi primer
contacto con el Atalaya, fue a los pocos días de vida, cuando ante el estreno de “el exorcista” mi
madre con migo en brazos, le rogó al acomodador que la deje entrar a verla, (no
tenia quien me cuide), se sentaría en el ultimo asiento y si yo lloraba, salía
inmediatamente, pero eso no paso, aparentemente quede cautivada ante la gran
pantalla o simplemente, dormí toda la película…
A partir de
los 8 años, todo era distinto, los padres simplemente acompañaban a los niños a
la puerta del cine, le sacaban la entrada, esperaban que entren a la sala y
luego cual si fuera un cumpleaños, los esperaban en la puerta del cine 5 horas
mas tarde…
Y sucedía,
una horda de niños excitados corrían por la
Av. Córdoba contando a los gritos la
experiencia vivida.
No se
trataba solo de las películas y sus historias, entrar al Atalaya era como
entrar en un mundo paralelo, una montaña rusa, llena de emociones y sucesos
inesperados.
Apenas
entrabas elegías la butaca, ojo, no cualquiera, una que estuviera en
condiciones, que tuviera apoyabrazos, que los resortes funcionen y el tapizado
este en condiciones, ya que tendrías que
pasar ahí mínimo las próximas 5 horas de
tu vida. También era importante para las chicas controlar quien tenias detrás,
si era un compañero del cole, tener cuidado que no pasara toda la peli
tarándote de la cola de caballo, en mi caso mantenerme lejos de Santa y de
Peque… Luego pasaba el golosinero, con los Mani con chocolate de caja amarilla
y letras marrones, espantosos por cierto, las tiras de caramelos fizz, las
mielcitas y para los pudientes las barras de chocolate aero.
Claro que
la venta de golosinas, no era excluyente para que algunos ingresaran con las
viandas para la merienda, que contemplaban desde galletitas, pasando por
empanadas frías, sándwiches de milanesas, croquetas o sus equivalentes según
las raíces del espectador.
Después de
que todos estábamos medianamente acomodados, comenzaban los aplausos y los
silbidos para que la película que tenía una demora de 30 minutos comience de
una vez. Finalmente cuando la proyección comenzaba, podían pasar varias cosas a
saber: ponían el rollo equivocado y la peli empezaba a la mitad, estaba fuera
de foco, el sonido no funcionaba, extrañamente estaba mal encuadrada y solo
veías medio cuerpo de los artistas, o simplemente se equivocaban de película y
daban un titulo que jamás habían anunciado…. Claro que si recuerdan que las
películas a ver eran tres, esto podía pasar en cualquier momento de la tarde.
Si una de
las películas era aburrida, los revoltosos estaban a la orden del día, y desde
el pullman arrojaban todo tipo de proyectiles a la planta baja, ahí el trabajo
de los abnegados acomodadores, que se limitaban a controlar que no cayera
ninguno desde el piso superior y entregar niños intactos a los padres que
esperaban afuera llenos de agradecimiento por las horas de descanso.
Mis tarde
de cine terminaron junto con la primaria, con la adolescencia ya no era lo mismo,
las chicas se producían para llamar la atención de los chicos, y ellos fumaban a
escondidas en la primera fila, o preparaban vómitos a base de choclo y
mermelada, para ser arrojados desde la planta alta a los incautos de las
ultimas filas.
Hasta que finalmente
sucedió, la falta de espectadores derivo en la venta de la sala y la posterior
apertura de una disco llamada cinema. En esa época, yo trabajaba frente al cine
y vi todo el proceso de desguace de la sala, con cada butaca que salio, un
recuerdo se afianzo en mi memoria.
La disco
tampoco funciono y en su lugar hay una gran perfumería.
Cuando me
atacó la nostalgia, busque en Internet algo que hablara del gran Cine Atalaya,
increíblemente no encontré nada, por lo que no pude dejar de compartir con ustedes
esta historia….
uyyyy que recuerdo... hacía casi 25 años que no iba por el barrio ( vivo en la plata ) parecía un chico tratando de encontrar el cine...el bar ABC - sólo ví una placa, el Gran Torino que se convirtió en un farmacity, la heladería Scanapiecco que la encontré al fondo de la avenida Nazca pero valió la pena porque sus helados mantienen ese sabor... y me emocioné mucho al entrar a la Iglesia de la Consolación...cuantos recuerdos...
ResponderEliminarAunque no lo creas las cosas que nombras están aunque corridas de lugar... El ABC ahora esta sobre Cannig a unas cuadras para el lado de Corrientes, La Pizzeria Torino, se mudo a la vereda de enfrente y se llama Tomatto, los dueños son los mismos, Scanappieco gracias al clamor de la gente volvió al barrio y ahora esta en A. Thomas y Dorrego frente al mercado de las pulgas.La iglesia sigue ahí, hay cosas que no cambian.... Gracias por tu comentario. Saludos!
EliminarGracias por los datos! la proxima vez que vaya voy a hubicar el bar Abc ( supongo que no tendrá como antes el reservado ) lo que no recuerdo bien, te aclaro que me crie en una casa en la calle Jufre entre G. Cruz y Uriarte, la pizzería que estaba en Uriarte y Cordoba, frente a la rotisería y el kiosco de diario, y una pizzería que estaba al lado de la confitería Itatí, frente a una disquería que se llamaba La Cueva del Gato te hablo allá por mediados de los 70... y el bar que estaba en Cordoba y G.Cruz, que ahora está demolido...perdón pero extraño tanto el barrio...que cuando me pongo a pensar me llueven los recuerdos. Gracias otra vez y mucha suerte!
EliminarEn uriarte y Cordoba no recuerdo una pizzeria, ahi esta el mercado Uriarte, sin embargo a una cuadra se encuentra Angelin, me imagino que te referis a esa... Al lado de Itati, estaba la Libreria Arlequín, anteriormente Electrónica Paternal, aca hay un relato dedicado a esa zona. La disqueria se llamaba "La Ruideria del Gato" y confieso que tarde bastante en comprender eso de Ruideria ya que creía que era un nombre técnico....Otra Pizzeria famosa era el timon, de cordoba y gurruchaga, actualmente esta en Niceto Vega y Gurruchaga. A pesar de estar mas cerca geográficamente que vos también extraño el barrio ya que no es el mismo. Saludos y gracias por tus comentarios.
Eliminarja ja, tenés razón en el timón a veces cuando volvíamos de jugar al futbol con un amigo juntabamos lo que teníamos que a veces nos alcanzaba para una o dos empanadas de carne...riquísimas. la disquería la atendía una señora rubia...El mercado sí ahí ibamos a hacer las compras diarias, enfrente estaba esa pizzaría que te decía recuerdo que mi manía era comer en el mostrador una porción de cebolla.estaba justo donde esta una casa que vende audio para autos y Angelin ....si...lleno de tacheros estaba, y la pizza canchera, aunque cuando fui y la volvía a pedir la masa no es la misma...
ResponderEliminarPara finalizar te cuento que viví hasta el año 72 en una casa en Acuña de Figueroa y Honduras, despues hasta el 78 en Jufre y Uriarte ( donde estan mis mejores recuerdos ) y hasta el 87 en Castillo y Malabia, pero a pesar de todos los cambios todavía siento el ambiente de barrio...o será porque cuando he ido sentí la sensación como que el que recorría esas calles era ese chico y adolescente que nunca se quiso ir de ahi...
Yo recuerdo mucho ese cine..ibamos a mediados de los "70 con mi mejor amiga a preguntarle al Sr. que estaba en la boleteria , cuando iban a pasar "Help" de los Beatles...lo loco era que al poco tiempo aparecia en cartelera!!
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