Transito Aguilar era un puntano jodón, por lo
general vivía de buen humor y mandado hacer para las picardías. De su San Luis
natal había pasado por Mendoza donde trabajo en los viñedos, para finalmente y debido
a la sequía, terminar de ayudante de portero en el barrio de Floresta.
Todas las mañanas a las 5 a .m. entraba a trabajar en el
edificio ubicado en Joaquín V. Gonzáles al 500. Justo enfrente se encontraba una
casa en ph habitada por una madre y su hija. Juanita, la madre, vivía en la
casa de adelante cuyas ventanas daban a la vereda, y en el departamento de atrás
al que se accedía por un pasillo, lo hacia su hija Rita.
Al parecer Rita, que era una señora de mediana
edad, vivía sola y no tenia muy buena relación con su madre, tanto así, que
cada vez que salía a la vereda, no perdía oportunidad de levantar el buzón de
cartas que se encontraba empotrado en la puerta de la casa de su madre, y
apoyando su boca en el mismo, le vociferaba todo tipo de insultos y amenazas. –
Juanita, no salgas que te estoy esperando, Juanita vieja chota, si salís te
mato…
Tanto Transito como el resto de los vecinos,
comentaban indignados las actitudes de Rita para con su madre, también se la había
visto en cierta oportunidad encontrase con ella en la vereda y revolearle la
bolsa de las compras, teniendo Juanita que ser rescatada de las agresiones por
los vecinos, que a pesar de no saber bien el porque de la legendaria pelea,
tomaban partido por la mas débil.
Cuando no amenazaba a su madre a Rita le
gustaba acumular cosas inservibles, viejas o inútiles. Cada tanto en lugar de
entrar cosas, se la veía sacar algún trasto a la calle, los ocasionales
espectadores suponían que era para hacer lugar y poder ingresar más basura. Y ahí
estaba Transito que veía todo lo que entraba y salía de esa casa.
Aquel día se escuchaba la voz de Rita fuerte y
alterada, - Te vas mierda, no te quiero ver mas! – Te voy a sacar de acá, ya no
quiero verte! – No te quiero ver mas en mi casa, ahora te vas y no volves mas…. Como era costumbre don Aguilar pensó que una
vez mas peleaba con su madre, pero grande fue la sorpresa, cuando la vio salir
por el pasillo de su casa arrastrando un viejo colchón de dos plazas, con los
resortes desvencijados y manchas de humedad. – Ya vas a ver, ahora te vas y no
quiero verte mas! Seguía Rita hablándole al colchón, hasta que finalmente lo
deposito junto al árbol de la esquina de su casa, para regresar con las manos vacías
y refunfuñando en vos baja.
Para Transito, que no perdía oportunidad para divertirse,
esto era como una invitación a Disney con todo pago. El puntano busco el viejo colchón
tirado en la esquina, y lo deposito justo frente a la puerta de Rita, después como
si nada regreso a su puesto de trabajo, solo era cuestión de esperar.
Finalmente llego el momento en que Rita salio a
la vereda, al ver el colchón no oculto su sorpresa seguida de indignación, e
increpo al mismo con preguntas que por su condición de inanimado jamás le respondería…
-Que haces Acá? Como volviste? Te dije que no quería verte más! Lo tomo de los
lados y volvió a llevarlo hacia la esquina.
Transito en medio de risas espero a que Rita entrara
a su casa y volvió a poner el colchón en la puerta. Pasaron las horas y Rita no
salio, Transito cumplió su horario de trabajo y se retiro.
A la madrugada siguiente y algunas cuadras antes
de llegar al trabajo, desde el colectivo vio el colchón que habido sido abandonado
nuevamente, era ese, estaba seguro, por lo que se apresuro a tocar el timbre y
bajar del transporte.
Una vez que estuvo frente al el no le quedaron dudas que era el mismo, por lo
que lo levanto del suelo y en medio de carcajadas apresuradas pensando en la reacción
de Rita cuando lo viera, cargo el colchón de regreso a casa. Era de madrugada y
tendría que esperar algunas horas al ver la reacción, pero seguro valía la
pena.
Y vaya si valió el esfuerzo, al abrir la puerta
y ver al Sr. Colchón ahí, Rita no pudo contener su furia, comenzó a insultarlo
a los gritos, a pegarle, estaba al borde de la histeria, como podía ser posible
que estuviera ahí, si ella le había
dejado bien claro que no quería volver a verlo!. Transito estaba con un ataque de risa, no podía
hablar, las lagrimas le caían por su rostro, su compañero del edificio miraba
la escena azorado. De repente cesaron los reclamos de Rita e ingreso veloz a su
casa, a los pocos instantes se la vio salir con un bidón de kerosene y fósforos
en la mano. Con voz firme se la escucho decir, - Ahora no me vas a joder más! Y
regándolo con combustible lo prendió fuego sin piedad.
Pero eran otros tiempos y en la Ciudad de Bs. As. cuando todavía
se llamaba Capital Federal, existían los inspectores Municipales que circulaban
por los barrios, controlando que los vecinos no cometan infracciones. Tanta
mala suerte tuvo Rita, que en ese momento paró un auto frente a su casa y
sacando la credencial de inspector la intimo a apagar el fuego y amenazó con
multarla por prender basura en la vía pública.
Para ese entonces Transito se encontraba
tendido en la vereda tomándose el estomago el cual le dolía por tanta risa, su
compañero no estaba seguro que espectáculo tenia que mirar, si a el o a Rita yendo
y viniendo por el pasillo con una jarrito de agua, intentando apagar el fuego
frente a la mirada inquisidora del inspector, los vecinos se agolpaban y
Juanita espiaba tras la celosía.
Finalmente el colchón se apago y el barrio
retomo su calma, después de eso Rita pensó muy bien antes de sacar algo a la
vereda. Dicen que lo que no perdió fue su hábito de increpar a Juanita buzón
mediante, pero que una vez que esta falleció Rita recobro la cordura.
Hace unos años Transito Aguilar también partió,
aunque esta presente en cada risa cuando su nieta Almendra cuenta la Historia de Rita y el colchón.
Me reí casi como Tránsito
ResponderEliminarY eso es mucho decir!
Eliminar