Generalmente hay una mística especial en torno
de los payasos, estos, siempre fueron objetos de admiración y de odio, de risas
y de llantos, de felicidad y de pánico.
Quien no conoce a alguien que deteste a los Payasos, acaso nunca vio a un niño
llorar a moco tendido ante la presencia de estos personajes? Son la inspiración
para innumerable cantidad de libros, películas, obras de teatro, cuadros… y
claro está, esta humilde narradora no podía ser
menos….
Corrían los años 90 y el destino me había
ubicado tras el mostrador de un local en el barrio de Colegiales, mas
precisamente en Av. El Cano y Conde, por ser avenida el paso de peatones a
determinadas horas del día es populoso y variopinto… claro está que no todas
las personas que pasan son “normales” y que cada tanto surge de la nada algún
singular transeúnte, este es el caso
del payaso puteador.
Alrededor de las 10 de la mañana se empezaba a
escuchar a lo lejos la voz del viejo payaso, rondaría los 70 años y era de
contextura robusta, con un maquillaje desprolijo y la característica nariz
colorada. Su atuendo era clásico: peluca rubia de nylon avejentada y
desprolija, pseudo Bombin plástico o gorra colorida de tela según el día,
camisa ancha, saco enorme y harapiento con una “flor tira agua” en su ojal, las
inigualables chalupas de payaso con suela gastada por el arrastrar de los pies,
y un Pantalón Gigantesco que apenas podía ocultar un obvio y enorme problema en
la próstata que provocaba en el payaso un andar muy peculiar.
Nuestro personaje se paraba en la puerta de los
locales y con un micrófono plástico de juguete que por medio de pilas
amplificaba la voz, vociferaba improvisadamente el nombre y las características
del lugar seleccionado al azar y a cambio de este servicio (que el comerciante
no había contratado ni pedido) solicitaba de manera poco cordial mercadería de bajo
costo a cambio de la publicidad realizada. En el caso de los Kioscos de golosinas
el objeto de su pedido eran “caramelos para los chicos”, si el comerciante no quería darle (la visita era
diaria) en lugar de utilizar su micrófono para promocionar el lugar, lo usaba
para emitir epítetos contra el comercio, su dueño y sus empleados, demás esta
decir que la mayoría optaba por elegir el menor de los males.
Una vez armado de su botín, el payaso
extorsionador sorprendía a los niños que pasaban por el lugar y con voz ronca
mientas producía movimientos bruscos, sacaba de una bolsa plástica parte de lo obtenido y se lo ofrecía a cambio de una
sonrisa, que en la mayoría de las veces se convertía en cara de susto con
posterior ataque de llanto. Luego seguía su camino refunfuñando en voz baja,
hasta llegar al próximo local donde se repetía el patrón, hasta perderse por la
avenida camino a Cabildo.
A veces cuando no se lo veía por largo tiempo,
y justo cuando alguien decía “hace mucho que no se ve al payaso puteador” llegaba como un aparecido arrojando papel picado o volantes de
propaganda, sonaba la dulce voz de una
madre diciendo a su hijo, - mira al payaso , y como respuesta un sonoro e interminable Buahhhhhhhhhhh.
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ResponderEliminarEs una historia triste, como todo payaso,muy pocas veces lo vi (quizas por mi horario de trabajo) pero realmente daba pena.
ResponderEliminarKari es la primara vez que leo una nota tuya, te envidsio por poder escribir yo podria contar montones de cosas, pero solo este comentario me llevo un toco de tiempo..
Un beso Kari...ya no fumo mas pero recuerdo nuestras charlas...
PD: Ya puse ahora este blog entre los FAVORITOS
Patricio: Podes creer que lo conozco! en una época se subía al 80 y realmente daba miedito, ese si era un puteador y hasta agresivo, lo vi mas de una vez revolearle cosas a la gente...
ResponderEliminarHector: Gracias por tus palabras, todavía tengo en el tintero un montón de historias mas de Colegiales, que iré publicando de a poco.
jaja la verdad no me acordaba de esto, pero ahora que lo leo sí me vino a la cabeza. igual no me acuerdo con tanto detalle, lo debo haber visto un par de veces y por suerte nunca tocó el timbre para pedir nada a cambio de "su publicidad" y si nos estuvo puteando con el megáfono de juguete jamás nos enteramos, jajajaja ¡vaaaaya con el circo a otra parte! ;)
ResponderEliminarMartin, eso porque en el 1° piso estabas a salvo!!!! y generalmente pasaba de mañana tipo a las 10 (de madrugada) jajja. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSí, sí obviamente, ahí arriba no te enterabas de nada de lo q pasaba en la calle, pero alguna q otra vez lo ví por ahí, en la puerta de ustedes o en la cuadra. y pudo haber sido de mañana, en esa época a veces madrugaba jajaja
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