19 mar 2012

Jesucristo atiende en Palermo


Comenzaban los años 80 y el barrio de Palermo aún se enorgullecía de ser viejo. Los chicos estrenaban la plaza “Campaña del Desierto”,  en la calle Gurruchaga y Soler estaba la feria, en Nicaragua y Malabia la regalaría de Gioconda y en Costa Rica y Acevedo justo alado de la casa del barra de River “El Negro Víctor” el barcito con la mesa de pool que en sus buchacas tenía enormes cabezas de leones y una rockola donde los Pimpinela sonaban como novedad. Aquellos dos hermanos de padres españoles - ella rubia y el de barba - abrían un pequeño local en  Av.  Canning  justo en la esquina con Nicaragua… no, no me confundí, hablo de los hermanos Iglesias López.
Ella se llamaba María Rosa y su verdadera vocación era la de ser poetisa, el, mas joven se llamaba Daniel y en su juventud fue jugador del Deportivo Español.
Buen tipo si los hay tenía el don de caerle bien a todos. Nunca fue un fachero, sin embargo poseía un particular carisma que lo convertía en seductor con las mujeres y macanudo con los esposos, por lo que en poco tiempo “Thesis” se hizo popular. Tan macanudo resultaba, que los clientes no discriminaban cuando el local estaba cerrado o abierto y no faltaba un domingo a la noche donde algún inoportuno tocaba el timbre de su casa que quedaba justo enfrente, para pedirle que le venda un mapa. A pesar de los epítetos que cruzaban por su cabeza en ese momento, nunca verbalizo ninguno, pero al cabo de unos años decidió mudarse con domicilio desconocido.
La librería seguía creciendo y llegó el día en que las instalaciones le quedaban chicas,  felizmente consiguió un local mas grande justo en diagonal sobre la avenida.
La nueva Librería Thesis – mismo nombre, mayor tamaño-  vestía en su frente dos enormes vidrieras con letreros de neón y leyendas pintadas en rojo y blanco, los colores elegidos no eran casuales -Daniel es en extremo hincha de River-  su fanatismo futbolero era conocido por sus clientes  los “bosteros”  que le apostaban cualquier cosa que fuera, le dejaban carteles con bromas en caso que perdiera y hasta le arrojaban maíz en la entrada del local. Los días que mas sufría era cuando jugaban River contra Deportivo Español.
El futbol no era lo único que le apasionaba, también entre sus hobbies se encontraba la cocina, considerando que pasaba en el local la mayor parte de su vida (mas de una vez durmió en él cuando una empleada rompió la cortina metálica o un auto se estrello contra la vidriera) se lo veía cada tanto cocinar en un pequeño anafe que se encontraba en el deposito dos de sus mejores platos: “pastas con salsa a los 4 quesos” y “arroz con calamares”, este ultimo para Semana Santa donde invitaba a sus familiares,  proveedores, empleadas y clientes a degustar. Era normal que los mozos de “la Robla” le pagaran con “rabas a la provenzal” o de la pizzería de la esquina le mandaran “Faina con pimienta”.
También en aquel deposito se encontraba una vieja duplicadora  que funcionaba con tinta en pasta, Daniel era el único operador de esta maquina, sin duda era un trabajo muy sucio que ennegrecía sus manos totalmente, lo que él convertía en un entretenimiento persiguiendo a clientas vestidas de punta en blanco al guito de “Primor vení que te doy una abrazo” o “rascame la espalda que no puedo y me pica”…
Su paciencia era envidiable, incluso con los proveedores y los clientes molestos, entre los personajes que frecuentaban la librería, se encontraba Abelino, un anciano reparador de maquinas de escribir que vestía de traje y corbata, usaba unos gruesos anteojos y se peinaba de costado para tapar su calvicie inminente, cuando caminaba dejaba una particular estela de olores indescifrables y apestosos, seguramente provenientes de su ropa la cual no había sido lavada en años y menos  remplazada. También los sábados por la mañana y antes de que abriera el local, en la puerta ya estaba esperando con una enorme pila de papeles en la maño el Lic. Vicente Capurro Rubinetti,  un delirante cuarentón que escribía “informes” en su maquina de escribir,  numerados y surrealistas sobre noticias irrelevantes de la semana que luego de fotocopiarlos se los daba a los incautos que pasaban por la puerta.
Cada tanto se veía a la Señora paqueta queriendo falsificar entradas del teatro Colon para posteriormente revenderlas, o a el esbelto dueño de “Nave Jungla” vestido con su mameluco color rosa, a los exóticos artistas under Dalila de los cometas bass  y Eduardo Cutuli, a Ana Maria Giunta o los heavy  músicos de Rata Blanca…. También entre los clientes se encontraban los curas y los jóvenes de la parroquia San Francisco Javier de Serrano y Nicaragua, que todos los años para viernes Santo y como tradición, realizaban un vía crucis viviente por las calles del barrio, el mismo culminaba con la crucifixión de un Jesús de carne y hueso en la esquina de Nicaragua y Acevedo donde se encontraba una loma de tierra perteneciente a la plaza. Los chicos de la parroquia solían comenzar con los preparativos varios meses antes, se trabajaba en la confección de los trajes, el armado del guión y la elección de los actores, todo el barrio participaba ya que el realismo era fundamental, por tal motivo Jesucristo no podía llevar barba postiza ni peluca.
Y así fue como a alguien se le ocurrió, que mejor Jesús que un gallego con cara de judío, barba real y tan buena onda que no podría negarse. No fue fácil convencerlo, pero finalmente acepto, seguramente porque nadie le aviso que la corona de espinas era de tal, que arrastraría  por varias cuadras un madero muy pesado y que seria atado a una cruz de mas de 2 metros de alto y embadurnado con tempera color rojo comprada en su propia librería.
Pero ahí fue el valiente Daniel, recorrió Palermo en sandalias, vestido con tunica blanca y una banda roja que la cruzaba, a la vista de amigos y clientes sorprendidos y padeciendo las bromas que le hacían los jóvenes soldados romanos, arrodillándolo sobre las cloacas malolientes y susurrándoles cantitos de cancha al oído, que no podía responder porque el personaje se lo impedía.. Era el fin de los 80, al siguiente año no quiso repetir la experiencia.

En la actualidad y después de más de 30 años  de llegar al barrio que ya no es el mismo - incluso en el nombre de la calle que cambio con el tiempo-  Daniel sigue al frente de su librería, por ella pasaron sus padres, sobrinos, sus hijos y los de sus empleados y seguramente la recorrerán sus nietos.
El es el espíritu del lugar. Un laburador incansable que no perdió su buen humor ni siquiera en las peores crisis (del país y de River).  Daniel Iglesias López  es un personaje entrañable  que aunque no veo desde hace años agradezco conocer.

4 comentarios:

  1. encontré tu blog por google+, me encantó :)

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    1. Sole (de Parque Chacabuco)8/8/12, 4:35

      Ay que bien que escribís google!! Nunca un gugle no?? Nunca un yajú?? Ni te conozco y siento que te odio!! Igual Karina es lo más!!

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  2. Muchas Gracias María por tu comentario.!

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